Política

Amagos al orden social y absurdos del mismo

  • Entre pares
  • Amagos al orden social y absurdos del mismo
  • Guillermo Colín

En los escenarios de ficción social (más que de ciencia ficción) que hoy en día se están viviendo, se suceden vía internet o cara a cara los amagos y llamados a subvertir el orden social, tanto como los absurdos que en mucho se desprenden del pánico colectivo, instaurado con aviesas intenciones ante la contingencia epidémica.

Algunos casos incluso pueden tener algún toque de comicidad, pero más bien de humor negro, inadvertido quizá, ante tanta “normalidad” hoy subvertida.

¿Qué más absurdo puede haber por ejemplo que en la diaria conferencia mañanera de prensa de la Presidencia de la República, 30 o 40 comunicadores guarden entre sí la debida distancia que propugna la autoridad sanitaria a fin de salvaguardar su salud, para que luego los mismos periodistas en el uso del micrófono se pasen posibles agentes patógenos enfrente de sus bocas unos a otros a su turno?

Quizá el área de comunicación social de la Presidencia desconoce los micrófonos colgantes pendientes de brazos telescópicos, usados precisamente para hacer cruzar el artefacto por vía aérea de un punto a otro, como es más que evidente su uso en los estudios cinematográficos, televisivos o radiofónicos donde se requiere.

Menos anecdóticas, pero más graves son las suspensiones ipso facto de las garantías individuales que hoy en día cualquier uniformado e incluso cualquier presidente municipal o gobernador se dota de facultades para, con el pretexto de salvaguardar la salud pública, declararlas inexistentes en su región en el contexto de la pandemia por el coronavirus, sin el menor miramiento al orden constitucional.

El gobernador de Querétaro declaró un efímero estado de sitio en su entidad antes que le avisaran que incurría en desacato constitucional, punible penalmente. Lo que no le impidió hacer que en buena medida se cumpliera, aunque sin el soporte legal formal e incluso propuso la creación de un cuerpo de “vigilantes” brigadistas para reforzar las medidas.

Lo anterior en el increíble obvio desconocimiento, para una autoridad de su rango, de que solamente el Presidente de la República, y con la aprobación del Congreso de la Unión, puede suspender las garantías y derechos consagrados en la Constitución mexicana (Artículo 29), como son, entre otras, la libertad de tránsito, comercio, educación, libertad, seguridad jurídica, etcétera, las que nadie más puede suspender ni restringir.

Muchos de estos amagos al orden constitucional rayan en el absurdo. Algunos políticos en algún cargo privilegian el “toque de queda” quizá porque les suena bien trascendente, terrible muestra de lo que es ser una autoridad eficaz, vigilante del bien común según ellos. Porque en sí, impedir que a determinadas horas durante la noche circulen ciudadanos por las calles o fuera de sus casas no arriesga per se su riesgo inherente al coronavirus.

Durante el pasado fin de semana, los funcionarios municipales del turístico poblado de Tepoztlán en el Estado de México (Pueblo Mágico) prohibieron terminantemente que ingresara a la ciudad cualquier vehículo fuera a lo que fuera, se apearan de ellos o no, los pasajeros.

Las autoridades de Tamaulipas ya infraccionan al conductor de cualquier automotor que, conduciéndolo en la vía pública, lo haga sin portar un cubrebocas (de cualquier tipo, ni siquiera reglamentario en alguna forma; podría ser hasta una bufanda). La cuestión es prohibir, hacer notar su autoritarismo, aunque de nada sirva en realidad para el fin salubre pretendido.

Y lo más grave, lo más trágico, es que ante todo este panorama, el ciudadano promedio accede sin chistar a la reducción de sus libertades consagradas constitucionalmente. En algún chat de usuarios predominantemente regiomontanos, este columnista expuso una fracción de estos conceptos y le reclamó otro cibernauta con lógica norteña: “Y ¿qué quieres? ¿Qué nos muramos todos con la Constitución en la mano?”.

Por eso, en el colmo, quizá no extrañe que autoridades estatales de Coahuila, “venga lo que venga”, hayan impedido en días recientes el libre tránsito de Monterrey a Saltillo según algunos reportes. La orden, a quien pretendía hacerlo, conminaba a “dar la vuelta en U” porque “están ustedes infestados allá en Monterrey, regrésense. Saltillo está cerrado”. La respuesta del conductor ilustra el avasallamiento de un ciudadano que timorato apenas replica: “¿Pero por paquetería sí puedo mandar estas cosas que llevo?”.

Este es, entre otras cosas deplorables, el caldo de cultivo en el que, amago de amagos al orden social, están siendo difundidos los pendencieros llamados vociferantes en las redes sociales a “destituir al presidente López Obrador”. Aprovechan que en la reclusión de una mayoría de la población –mucha de ella sin acceso a internet– estén desmovilizadas sus bases. Como esta columna lo analizó la semana pasada, el coronavirus finalmente es una estrategia de control social de cuyos alcances apenas atisbos se pueden ver y no son nada promisorios.

gcolin@mail.com

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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