Política

Los errores deberían de costar

Al gobierno de México debería de costarle la elección los errores de estrategia y comunicación hacia Acapulco por el azote del huracán Otis. Eso es lo lógico en cualquier democracia: si un gobierno se muestra lento en la protección civil de la población y, derivado de ello, hay pérdidas humanas y económicas, el ciudadano debería de cobrárselo en las urnas.

Aún más, si la respuesta luego del error es tan lenta y maquillada como la actual, no sólo debería de obtener un voto de castigo por parte de los habitantes de la región afectada, sino que la paliza debería de generalizarse hacia otras capas sociales en el país.

Eso no pasará en la elección del año venidero, la oposición no ha logrado cosechar la inconformidad social hacia los errores del obradorato y se ve muy tarde para ello.

El problema va más allá de una historia de rendición de cuentas. Cierto, las principales voces opositoras no emocionan ni conectan con la sociedad a partir de una lejanía en codificación, pero también tiene que ver con la imposibilidad de sacudirse la idea de un pasado mediocre, corrupto y deshonesto.

A eso, hay que agregarle un eficiente equipo de propaganda lubricado por dinero público que ha protegido al presidente y equipo inepto que lo acompaña durante los últimos cinco años.

Ello -la incapacidad de la oposición para conectar con el individuo de a pie- no significa que pase sin costo el desastre. En lo que va del sexenio, hay solo dos escándalos que le han pegado a López Obrador entre su base de simpatizantes: la caída de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México y la tragedia de Acapulco. La razón es sencilla: se ven reflejados y empatizan con la falta de auxilio de forma inmediata.

Todos conocemos Acapulco de alguna manera, por lo que las imágenes que emiten los medios -tradicionales y digitales- le pegan en la línea de flotación al presidente. Por ello su molestia hacia los noticieros tradicionales y comunicadores que, al igual que él, le hablan al círculo verde.

López Obrador hará todo lo posible en estas dos semanas por borrar a Otis y sus secuelas de los medios. Viajará al norte del país y tocará Badiraguato para el discurso vire hacia las sospechas de su relación con el Cártel de Sinaloa. Luego, viajará a los Estados Unidos y se reunirá con Biden e insultará, una vez más, a la actual presidenta del Perú. Regresará para la conmemoración del 20 de noviembre y preparar romeros y festejos de fin de año. Estrategia de movilidad discursiva en pos de borrar no una tragedia, sino los efectos negativos hacia el último tramo de su gobierno.

Es responsabilidad de la sociedad evitar el olvido y exigir la rendición de cuentas de los responsables de las omisiones en caso Acapulco. Tal vez, jalando esa hebra, otros ciudadanos se despierten y vean la desnudez de un emperador que no ha tocado las calles del puerto porque sabe que no encontrará loas, sino reclamos a su fallida visión de cómo proteger a la población de una de las ciudades más golpeadas por la corrupción, el crimen organizado y los gobiernos deshonestos.


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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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