No se puede ausentar Gil unos días de casa porque regresa y todo hecho un tiradero. Por fortuna no faltan grandes momentos entre el desorden que le han dejado. Gamés ha recuperado de su periódico El Heraldo esta nota de Noemí Gutiérrez: “Y si son muchos, porque yo creo que sí van a ser bastantes los que se van a inscribir, pues que la comisión revise quiénes cumplen y a una insaculación, o sea, ya cumplieron y hay 100 para un cargo, pues a ver, que saquen por insaculación a 10, cinco hombres, cinco mujeres, y de ahí uno o una abogada, ¿a quién le va a deber ese juez su encargo?, al pueblo. No va a haber influyentismo, nada más que tiene que ser leal al pueblo”.
Esta comisión declarativa la realizó el aún presidente de la República. O sea, ¡quiere rifar los cargos de los jueces!, pues de ese modo se evitará la corrupción. Gil sintió un mareo y un malestar muy feo, hasta se tragó un Dramamine.
Poder secuestrado
Lean esto, pero bajo su responsabilidad: “iniciarse con lo que se está proponiendo, que en esencia es la elección de jueces, magistrados, ministros, que sea el pueblo el que elija a los integrantes del Poder Judicial, es el primer paso. Por eso hay tantas resistencias, porque no era un poder, no es un poder que represente al pueblo, es un poder cooptado, un poder secuestrado, tomado por una minoría”.
A esto, los psicoanalistas le llaman proyección: es decir, el único que pretende tomar, secuestrar, cooptar al Poder Judicial es Liópez. El Presidente señaló que también se plantea eliminar el requisito de la experiencia porque entre más años “más truculentos” los juzgadores. Gil ya lo ha escrito: puede hacerse una excepción legal en la Constitución (pronto podrán hacerlo, aunque la mano se le haga chicharrón a Gil, pero verán) para favorecer al pueblo bueno y nombrar jueces a niños de segundo y tercero de secundaria: ¿qué onda wey, condenamos a este bro, o qué? Sí, unos ocho años de cárcel sin derecho a fianza, wey, qué chido es ser juez.
Desde luego, Liópez afirmó que el Poder Judicial no sirve al pueblo, y es un poder faccioso. El Presidente asegura que hay juzgadores que benefician a presuntos delincuentes para que obtengan su libertad.
Llorar de amor
Gil lo leyó en su periódico El Universal en una nota de Alberto Morales y no supo qué sentir: ¿escalofríos, dolor en el pecho, vergüenza, amargura?: “Los sentimientos de despedida y la emoción quebraron la voz del gobernador Víctor Manuel Castro Cosío hasta que las lágrimas corrieron por sus mejillas”.
Sí, señoras y señores, gruesas lágrimas corrieron por las mejillas del gobernador. En el acto inaugural de la Clínica Hospital de Cabo San Lucas del Issste, que encabezó el presidente Liópez y la presidenta electa doktora Claudia Sheinbaum, la voz del corpulento profesor se apagó. Sí, el corpulento profesor.
El gobernador de Baja California Sur habló sobre el legado moral del compañero Presidente: “Está dejando… una imborrable huella de la vida política y social de nuestro país, la semilla transformadora ha caído en tierra fértil y la buena cosecha, y las buenas prácticas políticas y administrativas se seguirán también, porque su legado quedará en buenas manos… En manos… de una extraordinaria…”. Y no pudo continuar porque la emoción lo dominó (la emoción que se respete debe dominar) y la garganta era un pozo efervescente y los ojos pequeños lagos de sinceridad acuosa.
Vino un aplauso. En apoyo de su correligionario, el presidente Liópez se levantó de su silla y tomó del brazo a la presidenta electa para ir a “arropar” al gobernador. Alguien oyó esto: “véngachelo conchupapá (…) Ya pasó, ya pasó. A ver un solito. Eso, muy bien”.
La doktora Sheinbaum y Liópez lo abrazaron, la futura Presidenta le dio unas palmadas en la espalda y con una mano secó las lágrimas de su rostro. Qué gesto más humano, más bonito, más no sé qué. Una cascada de aplausos selló el momento…. Cascadas nos sobran.
Todo es muy raro, caracho, como diría Francis Bacon: “Nadie sabe bien sino por medio de la experiencia”.
Gil s’en va