Política

Globos enemigos y el delirio

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De que querían pasarnos un globo espía por las narices. Nomás eso faltaba. El Presidente, atento como siempre y en defensa de nuestra soberanía, se negó con rotundidad a que drones, globos y pelotas inflables provenientes de los Estados Unidos transitaran el espacio aéreo mexicano en misteriosos trabajos de espionaje. Y con una cachaza innombrable llamaron del Pentágono a la Defensa: “Buenas tardes, aquí del Pentágono. ¿Podríamos usar su espacio aéreo un ratito?”. Y de este lado, un militar bragado como pocos contesta: “¿De qué habla usted? ¿No ha oído hablar de la soberanía, de Benito Juárez Obrador? Nunca un dron sobrevolará nuestro espacio aéreo y sanseacabó”.

Querían entrar por Manzanillo y salir por Tamaulipas estos sinvergüenzas, pero, dijo el Presidente: “no detectamos nada: o ya pasaron, o ya pasó o no se encontró”. En una de ésas ya pasó el dron espía y nosotros en la luna de Valencia. Ah, la soberanía.

Liópez Obrador se disculpó con Elizabeth Sherwood, enviada del presidente Biden, porque le prometió no enviar una carta al mandatario estadunidense denunciando que la agencia de ese país para el Desarrollo Internacional estaba financiando a organizaciones de la sociedad civil en México que están abiertamente en contra de su gobierno, pero al final decidió mandarla a la Casa Blanca porque “considero que es una injerencia e intervencionismo”. Y ya entrados en gastos, Liópez Obrador denunció una campaña exagerada por el control del espacio aéreo: “El Congreso de Estados Unidos debería abrir una investigación, hay injerencias de Estados Unidos, pero no del presidente Biden… muchas de esas instituciones no actúan con rectitud y no respetan, actúan con mucha prepotencia”.

Al presidente Liópez le gusta arreglar algunos diferendos con otros países mediante cartas personales: Estimado Xi Jinping; estimado Joe Biden. Alguien le habrá preguntado a Liópez si su canciller sabe de todo esto y habrá contestado: no, ¿para qué?

Álvarez-Buylla

La exposición que hizo la doctora Álvarez-Buylla en la mañanera de la transformación de la política científica y tecnológica, o sea la muerte del Conacyt, ha vuelto loco a Gilga. De verdad. Las proyecciones de las láminas, los cuadros, las líneas, los nombres, las flechas son delirantes, pero ojalá fueran sólo eso, en realidad se trata de un esquema de difamación y persecución.

Según la doctora Álvarez, el gran instituto de la ciencia en México, promotor del conocimiento y la investigación, ha sido desde siempre una cueva de ladrones, así como usted lo lee. De que le han robado al pueblo, de que han triangulado enormes cantidades de dinero con grandes instituciones educativas, de que unas personas se llevaron costales de dinero y lo entregaron sabe dónde. Locos de atar. Si no fuera tan serio, habría que tirarse al suelo en tremendo ataque de risa.

Esta gran acusación, esta infamia con nombres, pelos y señales es lo más parecido que Gilga ha visto a un juicio estalinista en México: una gran mentira, un montaje, una patraña. Que el Conacyt le robó al pueblo, inventó elefantes blancos. Gil insiste, nunca había visto algo igual. Todo concebido por un grupo de golpeadores, unos contadores de mentiras. Alguien podría preguntarse: ¿y qué sentido tiene todo esto? Primero perseguir a los críticos, luego adueñarse de la investigación e imponer el pensamiento único, si alguno, y liquidar el conocimiento serio, plural, diverso. Malditos neoliberales, de rodillas. Es que de veras. Y todos los empleados del Presidente miraban asombrados: sí, esto ha sido un robo al pueblo.

Gil no da crédito y cobranza. Si alguien dudaba aún de que este gobierno ataca al conocimiento, a la ciencia, a la cultura, haga el favor de ver un trozo de la mañanera. Si les parece un suplicio, Gamés lo entiende. Total: golpe mortal al Conacyt en el caso de que la reforma atraviese la cortina, el análisis y el fallo de la Suprema Corte.

Disolver la República

En un artículo de su periódico La Crónica, Ricardo Becerra ha escrito: “No estoy de acuerdo con quienes han escrito que lo ocurrido en el Senado anuncia un porvenir ominoso. Para nada. El autoritarismo mexicano no está en el futuro, es ya una realidad, lo tenemos aquí, en nuestras narices, actuante y expansivo, listo para su siguiente destrucción”. Aigoeei.

Todo es muy raro, caracho, como diría Rabelais: “Ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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