AMLO derrotó en julio no solo al PRI, sino a los gobernadores, excepto al de Guanajuato, Miguel Márquez (PAN). En 2008, el líder de Acción Nacional, Germán Martínez, se propuso “guanajuatizar” a México para pintarlo de azul y blanco. Paradojas de la política: diez años después, el color que cubre prácticamente todo el territorio es el pantone 1805 del Movimiento de Regeneración Nacional, Martínez es senador por Morena y el 1 de diciembre asumirá la dirección del IMSS.
Los gobernadores son cabeza de su partido y en esa categoría, operadores electorales. Pues bien, ni los mandatarios del PRI, del PAN, del PRD ni del Verde pudieron contener la ola de Morena. Con esa seguridad, AMLO recorre las capitales de los estados. No tanto para agradecer el voto, sino para recordarle a los ejecutivos locales que las cosas cambiarán una vez que se cruce sobre el pecho la banda presidencial. En los últimos 18 años, los gobernadores fueron los verdaderos amos del país y el presidente un figurante; sobre todo Peña, quien, atrapado en una intrincada red de complicidades, terminó por convertirse en su rehén.
El turno en la agenda de AMLO corresponde a Coahuila. El presidente más legitimado se reunirá este jueves en Saltillo con el gobernador Miguel Riquelme y más tarde encabezará un mitin en la Plaza de Armas.
En el docenio de los Moreira —uno gobernó con Calderón en guerra y otro con Peña Nieto en Babia—, la deuda se disparó a 38 mil millones de pesos; las matanzas más mediáticas fueron las de Allende y Piedras Negras, pero también las hubo en La Laguna y en el resto de las regiones; los desaparecidos se contaron por millares; los carteles de la droga secuestraron al estado, financiaron campañas políticas y adquirieron derecho de picaporte en las principales oficinas de gobierno; cientos o miles de millones de pesos se desviaron empresas fantasma, algunas propiedad de altos funcionarios; los fondos de pensiones quebraron; los servicios de salud colapsaron; la justicia se envileció; el Sistema Estatal Anticorrupción responde al interés del moreitaro; y las instituciones, en general, entraron en crisis. AMLO puede ahorrarse el agradecimiento por los votos recibidos en Coahuila (609 mil 362). La ciudadanía exige justicia y reparación, no soflamas.
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