Cultura

'Aquella época lenta y elegante'

  • Semillas de conciencia
  • 'Aquella época lenta y elegante'
  • Gabriel Rubio Badillo

En una cafetería en Madero, me llamó la atención un señor de alrededor de 70 años sentado a la mesa e impecablemente vestido.

No era un sitio elegante; era un lugar sencillo, pero el hombre portaba camisa de vestir blanca y un pantalón gris planchados a conciencia; como si acabara de salir de misa u otra ceremonia.

Zapatos lustrados y el cabello cortado, reloj metálico y saludando amablemente a los que entrábamos al sitio por comida, era parte de la elegancia y sobriedad que proyectaba.

Me remontó a las fotografías antiguas del puerto de Tampico y de la playa en Madero de antes de los años 50, donde la gente vestía con el nivel de pulcritud y esmero con el que hoy empleamos para asistir a una boda suntuosa.

Hasta a la orilla del mar se acudía ataviados con propiedad.

Me trasladó a la música que ponían los señores grandes, que conducían los carros de ruta “Tampico-Galeana x la 21”, décadas atrás.

La mayoría de ellos a pesar del calor, cuidaban su indumentaria mientras manejaban escuchando aquella vieja estación de radio XETU y el programa de tríos “Cita Romántica”.

Manejaban lentamente, no cometían infracciones. Iban de buen humor canturreando a los tríos a volumen bajo y conversaban con el pasaje.

No había celulares y por ende era frecuente charlar entre chofer y pasajeros.

Eran coches enormes, amplios y extremadamente cómodos, particularmente Ford LTD y si corríamos con suerte, nos tocaba un LTD Crown Victoria, derrochando lujo y elegancia. Y aquel aroma a vainilla o fresa en los autos; muy usado en esos tiempos.

La vida era lenta y formal, elegante y detallista. Los chicos andaban en la calle sin miedo a ser secuestrados y no había forma de comunicarnos con ellos si tardaban en llegar a casa. Era un México donde los abuelos mantenían valores significativos y respeto por la vida y por muchas cosas más.

No solo vestían con formalidad; se tomaban con absoluta formalidad la tarea de educar y guiar una familia.

No fue una época perfecta pero no te mataban en la calle ni te hacían pedazos. La gente conservaba sensibilidad y sentido común.

No privaba el egoísmo descarnado que hoy nos carcome y era fácil acercarnos a ayudar a quien fuera sin importar no conocerlo.

Hoy, acercarte a ayudar a un coche averiado en una calle solitaria es un suicidio. No se nos ocurre a nadie con sano juicio, dar un “aventón” a un desconocido y tampoco ese desconocido se subiría si se lo propusiéramos.

Cualquiera con un dedo de frente preferirá esperar en el sol o en la lluvia al transporte público. Somos esclavos del miedo. ¿Cómo nos convertimos en eso?

¿Qué nos pasó para corrompernos de esa manera? Algo muy, muy importante que tenían aquellos señores abuelos, ya no supimos conservarlo ni replicarlo. Algo más, aparte de su formalidad y elegancia.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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