El gobierno federal ha fracasado en la gestión de la pandemia. La lista de hechos probatorios es cronológicamente medible e irrefutable. Todo comenzó en la etapa inicial, con la postura presidencial. El sabio de palacio arengó a la gente: “salgan, abrácense”, y afirmaba “no pasa nada”.
Luego vino la elección del líder, el prohombre sobre el cual descansaría la responsabilidad de articular el esfuerzo para controlar la pandemia, Hugo López Gatell, que diez años atrás había fracasado en la lucha contra la gripe porcina.
Con López Gatell llegó el modelo de vigilancia centinela, que resultó ser un eufemismo de no hacer nada. Este modelo impidió contar con un registro real de los casos, por cada caso oficialmente registrado había ocho casos no registrados. De pronto, cuando la realidad cercó al merolico, ya no fue útil ni relevante hablar del modelo y desapareció de la narrativa oficial.
Las pruebas. Mientras la OMS insistía que la única forma de contener la pandemia era la aplicación masiva de pruebas, López Gatell promovía lo contrario. Por ende, el país no pudo completar el círculo de gestión: pruebas, detección, rastreo y aislamiento. En México, se cuentan los casos que llegan, lo que importa, dicen, es que no se desborde el sistema de salud, sin embargo, en las cifras de disponibilidad de camas hay una trampa: un alto porcentaje de la mortandad ocurría y ocurre en los hogares de los enfermos, en personas que dejaron una cama de hospital vacía.
La curva aplanada. Desde junio, el Presidente dijo que se había aplanado y que la pandemia estaba controlada. En estos días se registran más casos que entonces y el discurso no cambia. El uso del cubrebocas. La postura oficial ha sido que no sirven y que no son confiables. Un día sí y otro también los López mandan ese mensaje criminal.
El gobierno central marginó a los gobiernos locales, lejos de procurar un esfuerzo compartido, ha bloqueado los intentos e iniciativas de distintos estados. ¿Cuántas reuniones ha tenido AMLO con los gobernadores para evaluar la situación?
Sobre el semáforo, lo resumiré en una línea, su creador y promotor afirmó recientemente que “el color del semáforo es intrascendente”. Gracias por decirlo.
El escenario catastrófico y el subregistro de muertes. Pasamos de una proyección de entre los seis y ocho mil muertos a un escenario “catastrófico” de máximo 60 mil muertos. Vamos ya cerca de los 115 mil oficiales y cerca de 300 mil muertes subregistradas y nada cambia.
Lo más preocupante, el plan de vacunación ¿por qué el gobierno central decide monopolizar la aplicación de la vacuna? ¿no es mejor unir esfuerzos, presupuestos y capacidades con los estados? Las credenciales del gobierno federal en materia suministro de medicamentos está por los suelos, no hay vacunas básicas y se han muerto casi dos mil niños por falta de tratamientos contra el cáncer ¿qué puede salir mal con la vacuna para el covid?
López Gatell antepuso la política a la salud. La historia lo recordará como un funcionario abyecto y como un tránsfuga de la ciencia, cuya gestión de la pandemia ha resultado tan intrascendente como su fallido semáforo.
franklozanodelreal@gmail.com