In memoriam David Huerta
Un aforismo de Kafka evoca dos posibilidades: hacerse pequeño o serlo. Las dos como una forma de la perfección.
El inesperado éxito en Japón de El Capital en el antropoceno, libro del académico Kohei Saito, vuelve vigente aquella enigmática propuesta. Inspirada en los textos de Karl Marx sobre el medio ambiente, la reflexión del autor es radical: ante la destrucción desenfrenada del planeta que el capitalismo lleva a cabo y la crisis climática a punto de volverse irreversible que ha provocado, es urgente idear una nueva forma de vida: “abogo —dice— por el decrecimiento y por ir más allá del capitalismo”.
Saito afirma que si queremos sobrevivir como especie debemos deshacernos de todo el sistema. Repitiendo una conocida metáfora marxista, considera los objetivos del desarrollo sostenible como el nuevo opio de las masas, pues ocultan el problema sistémico reduciéndolo a la conciencia individual y difuminanla responsabilidad de las corporaciones y los políticos: “si no detenemos el capitalismo con nuestras propias manos, la historia de la humanidad llegará a su fin”.
Y propone un “comunismo del decrecimiento” —concebido como un sistema libre, democrático y sostenible, distinto a todos los comunismos históricos, aplicable en los países ricos del norte global, principales contaminadores, antes que en los países pobres del sur a los que se les debe permitir seguir creciendo hasta un cierto nivel razonable—, dada la oposición innata entre el desarrollo capitalista y la sustentabilidad ecológica.
Las culturas sólo se transforman con las catástrofes. Pero la catástrofe que se cierne sobre nosotros semeja un final. Utopía distópica: ¿cómo cambiar lo que pareciera imposible? Pensándolo, para empezar. Los magos no cambian el mundo sino la manera de verlo. Lo piensan otra vez.
Fernando Solana Olivares