En abril de 2015, Bill Gates dio una breve conferencia sobre la debilidad de la ciencia y la tecnología sanitarias ante una posible —inminente— erupción epidémica. Sus advertencias fueron tan exactas que parecen predicciones de nuestros tiempos del covid-19.
Bill Gates es uno de los hombres más influyentes del planeta. Con sus programas y sus políticas de usuario, ciertamente creando un monopolio, ha contribuido a que nuestro mundo fuera ahora digital. Quién iba a decir que el más digital de los empresarios iba a avisarnos de los peligros del mundo bioanalógico.
El creador de Windows define tres oleadas del Covid 19. La primera inició y terminó en China, Corea y Japón; la segunda tomó lugar en los países “desarrollados”, entre los cuales se encuentran Italia, España y los Estados Unidos; la tercera fase ocurrirá en los países en vías de desarrollo, entre los que se encuentra México, y está a punto de tomar velocidad.
Esta es la fase que nos compete y la que pondrá al mundo sobre las rodillas (si no es que ya nos puso). Las causas son las que el gobierno mexicano ha explicado, entre las que resalta la crisis de un sistema de salud adecuado para la exigencia viral. Otra causa, y quizá la de más peso, es la incapacidad de la población para mantenerse aislada, ya sea porque sus viviendas no lo permiten o porque las personas tienen que salir a ganarse el pan.
Gates advierte de este peligro a los países de la segunda fase y motiva a crear redes de cooperación que eviten la noche en los países de la tercera holeada. Este mensaje debería ser dirigido también a nuestros políticos, quienes están a cargo de las decisiones y, sobre todo, de los presupuestos.
Hoy más que nunca la integridad es un asunto de vida o vida. Sería increíble que llegáramos a enterarnos de que los apoyos médicos internacionales no alcanzan los hospitales; sería un crimen manipular los recursos, elegir sus destinatarios por afinidad ideológica o simplemente venderlos. ¿Qué nos quedaría entonces?
Que no se queden con nada, que todos estamos en casa arriesgando —de esa manera— el futuro y la patria.
