Cultura

Los cuadernos de Leonardo Da Vinci: El espíritu de la Tierra

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  • Los cuadernos de Leonardo Da Vinci: El espíritu de la Tierra
  • Fernando Fabio Sánchez

Las notas de Leonardo sobre geografía se basan en la interacción de los cuatro elementos. 

El lector advertirá que algunas de estas afirmaciones poseen una dimensión filosófica, pues mundo y cuerpo humano, así como los fenómenos sociales, serían muy similares:

Nada crece en un espacio sin conciencia, vegetación o vida racional. Las plumas crecen en los pájaros y mudan cada año. 

El pelo crece en los animales y muda también cada año, con la excepción de algunas partes como en la cabeza del león, la barba de los gatos, y más.

El pasto crece en los campos, y las hojas en los árboles, y en gran parte se renuevan cada año. 

De esta manera podemos decir que la Tierra posee un espíritu de crecimiento. 

Su carne es la tierra, sus huesos la estructura y la red de rocas, que componen las montañas; sus cartílagos la toba, y su sangre los manantiales de agua.

Ya que las cosas son mucho más antiguas que las letras, no debe extrañarnos que, en nuestro día, no exista algún registro de los mares que alguna vez cubrieron muchos países. 

Y si algún registro existió, las guerras, las conflagraciones y las leyes lo destruyeron.

Pero es suficiente el testimonio de las cosas creadas en el agua salada de los mares, y que se han encontrado en la cima de las montañas, lejos del océano.

Donde hay vida existe el calor, y donde hay calor vital existe el flujo del vapor. 

La prueba es que el fuego siempre atrae vapores húmedos y densas nieblas en forma de opacas nubes. Y el fuego las eleva sobre océanos, lagos, ríos y valles.

De los cuatro elementos, el agua es el segundo menos pesado y el segundo en movilidad. 

Nunca descansa hasta reunirse con el mar donde permanece. 

Así, su superficie es equidistante del centro del mundo.

Las inundaciones que causan los ríos ocupan el primer lugar entre los terrores. 

El fuego consume todo aquello que lo alimenta y, en sí, se extingue con su misma comida. 

Sin embargo, el movimiento del agua, producido por las inclinaciones, no muere hasta que alcanza el nivel más bajo.

¡Cuánta necesidad de huir de tal escenario! ¡Oh, cuántas ciudades, cuántas extensiones de tierra, castillos, villas y casas han sido arrasadas! ¡El trabajo de cientos de esposos y familias! 

¿Y qué decir del ganado que se ahogó y que ahora está perdido?

El fuego perece cuando no hay más que consumir. 

El agua que cae por una cuesta es continua y el daño que causa será continuo hasta que el agua llegue al mar, la base universal y el único espacio en que descansan las aguas vagabundas de los ríos.

*Traducción y selección personal de “Leonardo’s Notebooks” (Leventhal; Ed. H. Anna Suh).


fernandofsanchez@gmail.com

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