En diversas oleadas, la gente, en la mañana, va al trabajo: cuatro hombres en una camioneta. Dos de ellos son jóvenes; los otros dos, de mediana edad.
El conductor, con el teléfono a la vista, es el líder de la cuadrilla. Ha trabajado en los EU y su especialidad es instalar pisos (de todas medidas, colores, texturas, materiales). Allá recibió una certificación como trabajador en esa división.
Quizá por su experiencia, quizá por su personalidad y seguramente por una mezcla de las dos, se ha ganado la reputación de ser bien hecho. Lo contrataron para poner el vitropiso de una casa.
Según el contrato verbal, cobrará por metro cuadrado más “detalles”. Estos últimos serán un número considerable, los cuales dilatarán la cronología del hacer y requerirán la intervención de un herrero, un montador de aluminio y un carpintero.
Son convocados por medio del celular (alguien los recomendó y eso ya dice todo, pues en estos casos la palabra de buena fe, como quedó escrito en el párrafo anterior, es la moneda entre gente de ley).
Los dos carpinteros (hermanos), el montador y el herrero rebasan las seis, quizá las siete décadas.
El último llega, como suele suceder, acompañado de un novel ayudante. Responde al saludo de los demás: Yo estoy bien, pero no sé mis riñones, mis huesos, lo que está en mi sangre. No se queja, pero los años ya son muchos.
Es posible que habla por cada uno de los trabajadores.
Esta rutina se ha repetido desde el día en que trabajar fue necesario, con la alegría de la música, las historias entre amigos, los tacos, las siestas después de comer y, más que nada, las cocas (es que son tan ricas), entre el polvo, el sol y el peso del martillo, el concreto y el vidrio; para salir a las 5 o 6 y los sábados a medio día.
Esta ciudad es un negocio. Construirla. Llamar a nuevos habitantes. Lograr que se expanda.
Clases sociales quedan encontradas como en un tablero de ajedrez de acuerdo con el capricho y la especulación, mientras que la fuerza que la levanta, los trabajadores de lo imposible, en cada piedra, puerta y ventana, ponen su vida, ponen su tiempo, dejan su existencia.