Política

¿Por qué nos debe importar quién gobierna Canadá?

México y Canadá han cometido un grave error en su relación con Donald Trump: apostar por la estrategia del llanero solitario. Cada uno ve por lo suyo. En Ottawa, un débil Justin Trudeau no pudo con Trump. Ni siquiera tenía la fuerza para controlar a los premieres de Alberta y Ontario que desafiaban al Gobierno Federal. En México, Claudia Sheinbaum se rindió frente a Trump y optó por el bilateralismo. La unidad en México fue apelada para apoyar a una lideresa altamente popular, pero altamente ineficiente en sus negociaciones. Al final, las fortalezas relativas de Canadá, particularmente en Energía, y la posición firme del nuevo primer ministro liberal Mark Carnie le permitieron a Ottawa salir mejor librado. 

A pesar de estos errores estratégicos de ambos países, México necesita una relación sólida y de cooperación con Canadá. Durante la negociación de las distintas fases del Tratado de Libre Comercio, las posiciones canadienses y mexicanas en recursos naturales o en comercio interregional han sido fundamentales para contrapesar a Washington. Sea quien sea que despache en la Casa Blanca. México y Canadá son más débiles si tratan de hacer la guerra por su cuenta. Por ello, las elecciones del próximo lunes 28 de abril son fundamentales para el futuro de América del Norte y para la posición de los dos socios aparentemente débiles. 

Canadá tiene un sistema político parlamentario. Es decir, no gobierna necesariamente quien saca más votos, sino quien es capaz de formar una mayoría estable en el Congreso-Parlamento. Quien quiera gobernar la octava economía más grande del mundo debe al menos conseguir 169 parlamentarios en la Cámara de los Comunes. Las encuestas dan una pequeña ventaja a los liberales de 3-4% por encima de los conservadores. Lejos está la izquierda del NPD, los independentistas del Bloc Quebecois y todavía más en las profundidades los verdes o la ultraderecha del Partido del Pueblo. Los liberales son quienes tienen más posibilidades de construir coaliciones tanto con el NPD como con los verdes o incluso con los Quebecois. Los conservadores, señalados por su cercanía a las tesis de Trump, están aislados y les cuesta construir acuerdos más allá de su base de electores. 

Más allá de los partidos, el próximo primer ministro de Canadá será o el liberal Mark Carnie o el conservador Pierre Poilievre. Lo sorprendente de la política en estos tiempos de incertidumbre e inestabilidad, es que hace unos meses nadie dudaba de que Poilievre sería el siguiente en ocupar la jefatura de Gobierno. Su ventaja en las encuestas era enorme. Más de 20 puntos. Poilievre tenía en la lona a un repudiado Trudeau. Sin embargo, en un mes renunció Trudeau y Trump comenzó su diatriba anti-canadiense. Al punto de sugerir que Canadá debería integrarse a Estados Unidos y ser el estado 51. De acuerdo a las últimas encuestas, 46% de los canadienses consideran que la elección plantea un reto existencial para el país de la hoja de maple: existir o ser colonizados por Estados Unidos. Estos dos factores le “dieron la vuelta a la tortilla”. 

También ha sido fundamental la llegada de un hombre sensato, racional y competente como Mark Carnie. En tiempos de populismo exacerbado, Carnie es un tecnócrata, un economista competente y un político solvente. Ha sido gobernador del Banco de Canadá y el único extranjero en serlo también en el Banco de Inglaterra. Carnie ha mezclado –hábilmente– su competencia técnica con un discurso de orgullo nacional. El resultado es que hoy por hoy es el favorito para despachar desde Ottawa. Y es que para México, un populista como Poilievre que quiere quedar bien como pueda con Trump, es el peor escenario. México necesita que la octava economía del mundo sepa defenderse de los ataques retóricos y políticos del magnate que ocupa hoy la Presidencia de los Estados Unidos. 

Si gana Carnie, México debe entender que se abre una ventana de oportunidad. Una ventana para formar alianzas y defender con mayores posibilidades de éxito las agendas de seguridad, migración y comercial frente a Trump. Sheinbaum debe alejarse, de una vez y para siempre, del aislacionismo de López Obrador que sólo supuso arrodillarse frente a Washington. México debe verse como una potencia media y no como un corderito esperando a ser cazado por Trump. Para ello, la relación con Canadá es fundamental. Sheinbaum ya no puede ignorar que el futuro de México depende también de sus alianzas y no sólo de regalarle a Trump todas las victorias que le exige.


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Enrique Toussaint
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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