Un año tiene más de ocho mil horas. De las cuales, más de una cuarta parte estamos dormidos. De las restantes, casi una tercera parte son trabajo y lo que queda es lo que un mexicano puede disponer para recrearse, estar con la familia, ejercitarse o salir con los amigos (o para estar estacionado en tu auto durante dos horas en López Mateos). Un mexicano trabaja en promedio dos mil 200 horas al año. Solamente Perú nos supera en horas trabajadas. Lo curioso es que la mayoría de los países que superan las mil 800 horas trabajas por persona al año, son países de ingresos medios o pobres. No aplica el “son pobres porque quieren”. Por el contrario, a pesar de trabajar como nadie, una buena parte de la población mexicana sigue siendo pobre.
La realidad es que las horas trabajadas dicen poco sobre el desarrollo de un país. No hay una relación directa entre horas trabajadas y productividad. Tampoco hay una relación entre las llamadas “horas nalga” en una empresa y el volumen global de los salarios. No es nuevo, pero el mercado laboral se ha transformado aceleradamente en las últimas décadas. Por ello, México necesita actualizar su mercado laboral. Reducir la carga horaria laboral de 48 a 40 horas semanales en los próximos cinco años es un paso en la dirección correcta. También es una buena señal que el Gobierno y la Iniciativa Privada hayan acordado una implementación gradual que no imprima mayor incertidumbre en una economía como la mexicana castigada por el bajo crecimiento económico y la inversión precaria.
Es notable que los países más productivos del mundo son también aquellos que mayor protección ofrecen a los trabajadores. Noruega, Irlanda, Dinamarca, Bélgica o Suiza son los países más productivos del mundo según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Ninguno de estos países figura en la lista de las naciones con más horas trabajadas al año. Por el contrario, la protección al trabajador es esencial en el modelo de desarrollo económico. Por ejemplo, tomemos el caso de Dinamarca. La jornada laboral no puede exceder las 37 horas semanales; cinco semanas de vacaciones anuales; licencia por enfermedad con goce de sueldo; el permiso de maternidad/paternidad es de 52 semanas; derecho a recibir consulta psicológica por salud mental. El trabajador no es un número más en la nómina que se llega y se sienta hasta que su tiempo obligatorio se termina, sino una persona con derechos, humanidad y dignidad. Los modelos escandinavos parten de la dignidad del trabajador y su protección es inherente al estado de bienestar.
México comienza con esos debates, aunque vamos muy tarde en todos sentidos. Los datos son muy preocupantes. Los trabajadores en México experimentan síntomas preocupantes de agotamiento, estrés y ansiedad. De acuerdo con datos del IMSS y la OMS, 75% de los mexicanos presentamos estrés laboral agudo, por encima de países como China o los Estados Unidos. Durante 2024, el IMSS reportó un millón de días laborales perdidos por problemas de ansiedad y depresión. En los últimos 12 meses, el IMSS entregó incapacidad médica a uno de cada cuatro trabajadores por problemas de salud mental. En conclusión, nuestro modelo de trabajo no es productivo, genera problemas de salud entre la población y secuestra la vida de los trabajadores. ¿A quién le sirve este modelo? A nadie, ni a los empresarios ni a los trabajadores.
Como país debemos definir hacia dónde queremos ir en materia laboral. Es posible ser un país más productivo protegiendo la vida y la salud de los trabajadores. Existe evidencia -de sobra- que relaciona productividad con descanso y vacaciones. De la misma forma, la Inteligencia Artificial y la tecnología pueden ser aliadas en busca de un mayor nivel de productividad sin exigencias laborales tan demandantes como las actuales. La corrupción de los sindicatos ha provocado que la agenda de los trabajadores no tenga el peso que debe tener en la agenda pública. No obstante, paso a paso, el trabajo se va humanizando y dignificando en México. Es la única manera de tener un país en donde todos ganemos: gobierno, empresarios y trabajadores. El actual modelo laboral es una ruina para todos.
