Instituto Nacional de Transparencia, Instituto Nacional de Desarrollo Social, Instituto Nacional de Evaluación Educativa, Consejo de Promoción Turística, Proméxico, Financiera Rural, Telecomm, Comisión Federal de Competencia Económica, Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), Instituto Federal de Telecomunicaciones, Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación… y podemos seguir. Sólo Andrés Manuel López Obrador desapareció de un plumazo 57 instituciones, de las cuales la mayoría eran órganos constitucionalmente autónomos. Es decir, instituciones protectoras de derechos que él no podía controlar.
La realidad no miente. El objetivo político de Morena es la destrucción institucional de México. Es gobernar en la devastación. Gobernar desde la autocracia: la relación personalista entre el partido o el líder y la ciudadanía. Nada que medie, nadie que vigile. El México de hoy no es el de los derechos, las exigencias o las libertades, sino el México de las dádivas, el sometimiento y la subordinación. El Gobierno no piensa en ciudadanos capaces de exigir lo que les toca, sino en personas que reciben “ayudas”. Como odio ese verbo conjugado y enunciado por el Estado. Morena no entiende que las instituciones son eso: instituir prácticas públicas que garanticen derechos sin importar quien gobierne.
Frente a este hecho incuestionable, es llamativo que Movimiento Ciudadano en Jalisco caiga en el juego guinda. El pasado martes, una alianza entre Movimiento Ciudadano y Morena sentenciaron y extinguieron el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información de Jalisco (ITEI). El argumento de MC es que era necesario armonizar a nivel estatal lo que se había aprobado en la Federación. No niego la validez de dicho argumento, pero como en otros temas: Jalisco tiene la autonomía constitucional para adaptar a la realidad estatal aquello que se aprueba en San Lázaro. No somos ni una provincia ni una región de un país centralista, sino un estado dentro de una república federal. Como se hizo con el tema de las llamadas infancias trans, en este asunto también Jalisco podía optar por su vía. Podía hacerlo al “estilo Jalisco”.
¿Qué impedimento había para anunciar que Jalisco optaría por mantener un órgano autónomo que procesara las peticiones de información de la ciudadanía? ¿Por qué no decir que a nivel estatal se apostaba por mantener la transparencia lejos del manoseo del Gobierno? ¿Es una decisión que tomamos en Jalisco o es una imposición que viene de Claudia Sheinabum y Morena desde el centro?
Es importante recordar por qué Movimiento Ciudadano tiene una década gobernando Jalisco. Primero, porque fue capaz de enterrar ese bipartidismo (PAN/PRI) que sólo se turnaba en el poder y había caído en las peor prácticas de corrupción e ineficiencia. Y segundo, porque supo abanderar un cambio con rumbo. Un cambio que fuera capaz de transformar aquello que no daba resultados, pero mantener aquello que sí respondía a las demandas ciudadanas. No era todo o nada. Un cambio eficiente, pero que no sucumbiera frente a las radicalidades y las venganzas del obradorismo. Con un discurso de cambio y gobiernos eficientes, MC ha logrado ser la primera fuerza en cuatro elecciones consecutivas (las mismas en las que ya ha competido Morena).
En la última elección, Pablo Lemus, Verónica Delgadillo, Quirino Velázquez y Juan José Frangie ganaron Jalisco y una gran mayoría de la Zona Metropolitana de Guadalajara, con un discurso crítico de Morena, sus gobiernos y su forma de entender la política. Los candidatos al Congreso también señalaron a la marea guinda amenazante de la democracia y las libertades de la ciudadanía. Se comprometieron con Jalisco a defender un modelo propio. Incluso, el senador Clemente Castañeda, de Jalisco, ha sido la voz crítica frente a los abusos del régimen. Entre ellos, la devastación del ecosistema institucional que permitió el paso del México autoritario al México democrático. Por lo tanto, los emecistas están siendo incongruentes cuando en México critican una cosa y en Jalisco hacen la contraria. Desaparecer el ITEI es un grave golpe a los derechos de la ciudadanía. Es hacer que el Gobierno sea juez y parte a la hora de entregar información pública. Es la muerte de los vigilantes. Y sin vigilantes no hay democracia posible.
Espero que Movimiento Ciudadano, en sus gobiernos y en su fracción, exista una auténtica reflexión sobre el error y se pongan los cimientos de un modelo independiente que sí garantice el acceso a la información pública y el derecho a saber de la sociedad jalisciense. Sin los órganos de transparencia no hubiéramos sabido de la estafa maestra, la casa blanca de Peña Nieto, las empresas fantasmas de Duarte, SEGALMEX, el desvío de dinero del ejército. Es posible que la ola de indignación que favoreció a Morena no hubiera existido sin la información revelada por el INAI. Un Gobierno sin vigilantes es un Gobierno con altas posibilidades de corromperse. Ojalá MC dé un paso atrás y vuelva al camino de la defensa de la democracia y el orden institucional. Una alianza con Morena para desaparecer órganos autónomos no fue lo que votó la ciudadanía.