El gobierno de México, como el resto de los países involucrados en esta crisis humanitaria, ha quedado completamente rebasado por el aumento histórico en el número de migrantes centroamericanos que atraviesa el país para tratar de llegar hasta la frontera con Estados Unidos.
Las políticas migratorias de la nueva administración han generado más confusión que alivio y, para muchos, solo han agudizado el problema.
El reto es evidente. Los centros de detención en donde permanecen detenidas cientos de familias migrantes llevan rato operando por encima de su capacidad y en condiciones de completa insalubridad. La falta de espacio y de higiene se reporta también en los albergues a lo largo de la ruta migrante y en la frontera con Estados Unidos.
La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, asegura que el respeto a los derechos humanos de los migrantes es el eje principal de la política migratoria del nuevo gobierno, pero el aumento en la detención de centroamericanos y el nivel de violencia con el que esto ocurre muestran una realidad cada vez más apartada del discurso. ¿Qué hacen agentes federales arrebatando a niños de los brazos de sus madres en las carreteras de Chiapas?
Como si el caos que vemos todos los días en la frontera sur no fuera suficiente, el gobierno accedió a realizar el trabajo sucio de la administración Trump aceptando el retorno de centroamericanos con solicitudes de asilo pendientes en Estados Unidos y lo peor es que lo hizo en lo oscurito y sin pedir nada a cambio. Ni recursos adicionales para brindar la asistencia humanitaria que demanda el momento, ni infraestructura, ni nada.
Esta semana el comisionado del Instituto Nacional de Migración, Tonatiuh Guillén López, informó que un tercio de los migrantes centroamericanos que llegan al país a través de la frontera sur son niños. Explicó que su presencia no es responsabilidad del Estado mexicano, como si salvaguardar la integridad de estos niños fuera un asunto de jurisdicciones. El hecho es revelador porque además de confirmar el nuevo perfil de la migración hacia Estados Unidos, exhibe las carencias de la estrategia regional.
Estados Unidos y México actúan sin entender la diferencia entre un adulto motivado por la oportunidad y un niño empujado por la necesidad. Estos son refugiados, no inmigrantes.
@Enrique_Acevedo