Sociedad

¿Que no escuchó las noticias?

Y ese día, la pandilla de la tercera edad que se reúne sobre las bancas de la Cuarta Avenida para echar relajo y recordar tiempos menos peores, sintió que las placas de concreto que conforman la banqueta chocaban una con la otra.

—Está temblando, tranquilos, está temblando —dijo don Rober. —Está fuerte, pero ya se está calmando, tranquilos…

Aunque mantuvieron la calma, cada quien enfiló rumbo a su casa. ¿Fue en 2017? Los vecinos poblaban la calle, viendo cómo aún los cables se mecían. Los perros estaban bien frikeados.

—Estuvo fuerte, pero no se espanten: ya pasó, ya.

—No se confíen, que si alguna vivienda se aflojó, con las réplicas pueden desplomarse. No se confíen, chequen trabes y castillos, que no haya cuarteaduras.

—¿Fue en 2017? El agua de tinacos y cisternas siguió meciéndose, y las teleras y bolillos circularon de mano en mano: “Cómalo, vecina, para que absorba el susto y no se gane una diabetes. Estuvo fuerte el zangoloteo, hay que escuchar las noticias…”

—Quiera Dios que no haiga desgracias en las colonias del Centro, ya ve que le pega duro a los de la Roma, la Condesa, la Obrera…

—Aquí la de buenas es que el suelo se mueve como gelatina, eso ayuda a que no se caigan las casas…

—Porque en algo han respetado los mantos acuíferos, pero ya ve en la ciudad: el suelo está bien reseco, pavimentado y encementado. Y las aguas de lluvia que pudieron ayudar, todas se van por el drenaje hacia el Gran Canal.

—Pero queríamos pavimento para que el polvo no nos ensuciara los cacles, ¿verdad?

—Pavimento es progreso, dicen, y negocio para los encargados de pavimentar las calles y entubar canales y ríos. Ya sabe: obras públicas para el bienestar y pa’l bolsillo de l’autoridá…

—Esa vez, la cisterna de la abuela Meyos salpicaba como si llevara barcos en altamar, y con el bamboleo a los árboles de don Fer se les aflojaron las raíces y tuvieron que tirarlos de plano, pa' que no cayeran sobre los coches del vecindario. Mal día pa’ la ecología.

—Lo bueno es que no hubo pérdida de vidas humanas.

—Pues no, pero pa’ mí que con esos sustos aumentaron los casos de diabéticos. Dicen que con el susto se sube el azúcar y acarrea todavía muchos males más. Pero como decía doña Cristina Pacheco: aquí nos tocó vivir… y beber, digo yo: échese un buche de tequilón para que se pase el susto.

—Fue simulacro, ¿a poco no escuchó las noticias? Avisaron con anticipación y ahora se hace el tío Lolo…

—No me hago, lo que pasa es que yo sí chambeo, no como usted que se la pasa de vagancio todo el tiempo. Y antes cargaba con mi radio de pilas para allá y para acá, pero desde que dejé el oficio de chofer pues ya cuándo.

—Pues anduvieron advirtiendo que habría simulacro y que no nos espantáramos, que era la pura finta. Pero ya ve que con la edad no retiene uno en la memoria, los años no pasan en vano. Antes mi vieja me celaba y no me soltaba ni a sol ni sombra, y ahora aquí me tiene: asoleándome en la banquita, porque me corre de la casa, dice que nomás estorbo.

—Usted hágale caso y véngase p’acá, con la banda rucailina nunca se aburre. Nomás avise dónde anda, porque si no en la noche lo mandan a dormir al suelo, yo sé lo que le digo… 


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Emiliano Pérez Cruz
  • Emiliano Pérez Cruz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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