López Obrador lamentó el asesinato del estudiante Ángel Yael, perpetrado por elementos de la Guardia Nacional.
Un juez liberó a uno de los presuntos culpables. “Está abierta la investigación. Al que liberaron también se comprobó que disparó”, declaró el mandatario.
La GN señaló que dos vehículos se encontraban estacionados y se retiraron de manera precipitada, lo que “provocó desconcierto e incertidumbre entre los miembros de este instituto policial”.
Nada más para aclarar: no, no es “instituto policial”, es militar. Y sí, no es la primera vez que se desconciertan y usan su capacidad letal.
Por eso, la propia Constitución prohíbe a las Fuerzas Armadas realizar labores de seguridad interior. Esa discusión ya se tuvo en la Suprema Corte el sexenio pasado. Fueron claros en el pleno: es inconstitucional tener soldados, ahora arropados como guardias nacionales, en esas tareas.
Morena-Gobierno, en lugar de cumplir los plazos y fortalecer cuerpos civiles, prefirió simular y después intentar cambiar el texto de la Carta Magna para cumplir con los deseos calderonistas-peñistas, ahora arraigados, corregidos y aumentados en Andrés Manuel.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado mexicano crear un observatorio externo, ciudadano y especializado, para monitorear el uso de la fuerza y la rendición de cuentas de la Guardia Nacional. Quedó pendiente. Así como una nueva discusión entre ministros sobre el acuerdo militarista y la votación legislativa de una nueva iniciativa de reforma.
Saben cómo deben resolver, pero no quieren enfrentarse al creciente poder de las FFAA.
No es la primera vez que matan inocentes. AMLO indicó que no habrá impunidad ni encubrimiento en el caso de Ángel, porque “no es como antes”.
Nuevamente, para no ser iguales, cómo se parecen.
Aquí entre nos
Vimos a Ebrard en modo porrista coreando el: “es un honor estar con Obrador”. El canciller es un aspirante “corcholata” que encaja tanto en el modelo morenista como en el opositor.
El experimentado político sabe que debe quedar bien con el todopoderoso Presidente si quiere ser el agraciado. Pero, al mismo tiempo, marcar la necesaria distancia para ser una opción frente a la ciudadanía y el empresariado decepcionados de las acciones gubernamentales y preocupados por la retórica oficialista.
Elisa Alanís
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