López Obrador no habló de terrorismo, solo se acercó cautelosamente al término. Fue cuidadoso cuando se refirió al atentado con un artefacto explosivo en Salamanca, Guanajuato.
Delincuentes enviaron al restaurante Barra 1604 un supuesto regalo para el dueño del lugar, que festejaba su cumpleaños. La caja explotó. Dos personas murieron en el lugar.
Andrés Manuel indicó que la Secretaría de la Defensa tiene detectado que “en el estado de Guanajuato, más que en otros lugares, han empezado a utilizar explosivos para cometer crímenes y tratar de crear terror, miedo”. Se quedó corto. No solo “tratan” de crearlo, lo logran.
El ataque del fin de semana representó una escalada en las formas, pero en el fondo poblaciones enteras llevan décadas azotadas por el horror.
Adrián LeBarón escribió en sus redes que esta situación, con distintos métodos, se ha repetido a lo largo del territorio nacional. Y fue más allá, solicitó al Presidente que reconozca el terrorismo que cometen los grupos criminales. Miren que él y sus seres queridos han padecido el dolor inenarrable del México violento. ¿Cómo se le puede llamar a la ejecución e incineración de mujeres, niños, niñas y bebés?
La estrategia del gobierno federal, como las anteriores, no da resultados. La famosa frase “abrazos no balazos” se vuelve blanco de burlas y prólogo de la tragicomedia de la 4T.
Las causas de la inseguridad, como rezan los dichos, tampoco se combaten. De acuerdo con el último registro del Coneval, la pobreza creció.
El número de personas desaparecidas no se frenó, al contrario. Así lo confirmó en Elisa en Milenio la comisionada nacional de búsqueda de la Segob, Karla Quintana.
Y la actual administración se encamina a ser la peor de las últimas décadas en cuanto a homicidios.
La alternativa que propuso AMLO de que participe la Fiscalía General de la República en las investigaciones de lo sucedido en Salamanca tampoco representa una solución.
La FGR es ineficaz. Animal Político obtuvo, vía transparencia, datos oficiales que muestran que, en los últimos 10 años, menos de 5 por ciento de los casos que atrajo la FGR de los estados terminaron en sentencias condenatorias.
Para colmo de males, el fiscal Gertz está ocupado y envuelto en sus propias venganzas y escándalos.
¿Es hora de aceptar la cruda realidad que rebasa las capacidades, por omisión o colusión, de los tres niveles de gobierno?
Porque no solo de frases mañaneras se sostiene una nación.
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