A una semana de las elecciones intermedias, las voces de victoria no se han detenido. Los tres principales partidos se han proclamado triunfadores. En el Estado de México, el PRI presume sus logros al recuperar municipios importantes ganados con la alianza con el PAN y EL PRD y una veintena de distritos locales. En Acción Nacional, el líder de facto Enrique Vargas, hace lo propio vitoreando la recuperación del corredor azul en el Valle de México, además de Metepec.
Morena no se queda atrás al asegurar que gobernará los municipios más poblados de la entidad, además de arrebatarle a Antorcha Campesina su bastión, Chimalhuacán.
Todos contentos. Felices con lo que tendrán en ayuntamientos y en la legislatura local, así como la representación de diputados en la cámara federal. Equilibrio de fuerzas en el Congreso local. Mayoría simple de Morena en la cámara baja del Congreso de la Unión.
Así es como justifican los tres partidos políticos los fracasos que tuvieron en las elecciones del 6 de junio. Ninguno de los dirigentes de los partidos ha sido capaz de hacer un ejercicio de autocrítica para señalar qué les falló o en qué fracasaron y de ahí el resultado.
Obvio que también perdieron los empresarios que abiertamente se sumaron a las campañas de la alianza Va por México, pues no lograron su objetivo ni a nivel local y mucho menos a nivel federal y no se diga de las gubernaturas que estuvieron en juego.
En realidad el gran ganador de estas elecciones fue el 52 por ciento de la ciudadanía que salió a votar libremente, y con ello asestarle un golpe al abstencionismo que es el principal enemigo de la democracia y que en más de tres elecciones intermedias sale ganador.
Eso es lo que se debe reconocer, la decidida participación de la ciudadanía y no las cuentas alegres y faltas de autocrítica de los partidos políticos que no reconocen sus bajas a consecuencia de malas decisiones en la selección de candidatos o malos gobiernos.
Y es de esperarse la judicialización de algunas elecciones municipales y de diputados locales, en demarcaciones donde fue muy cerrada la diferencia entre el que ganó y el que perdió.
Este proceso todavía tiene mucha cuerda, aún vienen muchos episodios. Descalificaciones y acusaciones mutuas entre los partidos, obvio, donde perdieron, pues donde ganaron sí hubo democracia y también participación responsable de la ciudadanía.
Lo que se observa es que habrá un equilibrio de fuerzas en el Congreso local. Morena y sus aliados tendrán 34 diputados, mientras que la alianza PAN, PRI y PRD contarán con 36. El Verde con 2 y se sumará Morena, con lo que empatarán el número de curules y el desempate lo tendrá Movimiento Ciudadano con sus dos diputados, decidirá si jala con Morena o con los priistas y panistas.
En lo que le resta a este proceso electoral que se judicializará en algunas elecciones municipales, veremos de qué están hechas las autoridades electorales, si realmente van aplicar la ley o se van a dejar intimidar por las presiones que hagan los partidos. ¿Justicia electoral o negociación política? Lo veremos.
Lo que sí es un hecho, es que los diputados locales y los presidentes municipales de todos los partidos tendrán tres años para trabajar y hacer lo que les corresponde. De lo contrario no se sorprendan si hay un revés en el 2024. Eso es lo que espera la ciudadanía, resultados y no conflictos.
egardunoc@uaemex.mx