La letalidad del virus Sars Cov2 es de tal magnitud que ha orillado a las autoridades del sector educativo a no regresar a las clases presenciales. La medida es para muchos acertada, para los incrédulos exagerada. Lo cierto es que el COVID19 tiene en jaque a toda la humanidad y mientras no haya una vacuna capaz de contrarrestar el daño, las actividades docentes con alumnos en aula continuarán aplazándose.
Todos los académicos y trabajadores administrativos de escuelas y facultades de la Universidad Autónoma del Estado de México, estaban prestos para iniciar actividades preparatorias al ciclo escolar 2020-2021 a partir de mañana.
Empero, las autoridades universitarias anunciaron que mientras no estén dadas las condiciones que garanticen el no contagio del coronavirus, no se podrá regresar a las actividades y se continuarán con las actividades en teleconferencias.
En abril pasado, a un mes de iniciado el confinamiento, realizaron un ejercicio donde exponían su experiencia de la forma en la que estaban sobrellevando la cuarentena. Jóvenes de entre 18 y 20 años de edad, expresaron puntos de vista muy coincidentes sobre su visión de la crisis sanitaria que desde entonces estamos viviendo.
La primera postura coincidente fue que a pesar de estar en contacto permanente con las tecnologías de la información y comunicación TICs. No estaban preparados para tener clases en línea de manera habitual y menos que iban a terminar el semestre a través de video clases.
La segunda coincidencia de los estudiantes es que su contacto más inmediato con lo que es una guerra es por los libros de historia y las películas que sobre los conflictos bélicos que se han registrado en el mundo. Pero ellos –los estudiantes- equipararon la crisis sanitaria mundial a un estado de guerra, en donde los doctores que participaron en la segunda guerra mundial tenían que tomar decisiones de quien vivía y quién no.
Y la tercera coincidencia es que esta situación en la que se encuentra la humanidad es lo más parecidos a una guerra biológica, en la que no se distingue, religión, posición económica, ideologías y formación académica. Todos sin excepción corren el mismo riesgo de contagio, si y solo sí no se toman las medidas de prevención que tanto se han anunciado por la OMS y las autoridades sanitarias de cada país.
Y una vez que fijaron su posición sobre lo que está pasando el mundo, hubo una cuarta coincidencia, que las clases en línea no se hicieran cotidianas y mucho menos formen parte del nuevo modelo de educación.
…“No hay como al convivencia y la interacción entre maestros y estudiantes”. Expresaron. Con un dejo de nostalgia a las aulas donde comparten la travesura y también consumen el conocimiento de su formación profesional.
Los estudiantes imploran que las clases en línea sean sólo un recurso y no una cotidianidad y que pronto llegue la vacuna que les permita regresar a los pasillos, aulas y jardines de la universidad.
Pero mientras no haya una vacuna, mientras ni haya responsabilidad social, aún cuando el semáforo se ponga en verde, no se regresará a las actividades presenciales sino hay garantías para evitar el contagio.
Y entonces las clases en línea serán parte esencial en la nueva normalidad. Una pena.