Estados

Sobre las épocas que ya no son y las que apenas serán

Hay mañanas en las que despertamos con la sospecha, a veces dulce y a veces amarga, de que el tiempo nos ha jugado una broma. 

Revisamos la memoria como quien examina un álbum marchito y descubrimos que ya no vivimos en aquella época que creíamos interminable.

No sabemos cuándo terminó. No hubo aviso ni ceremonia. 

Solo nos damos cuenta cuando ya habitamos un territorio distinto, casi sin recordar cómo fue que llegamos hasta él.

Tal vez la vida se sienta tan rápida no por la velocidad de los días, que siempre traen consigo las mismas horas, sino porque el cambio profundo ocurre de manera silenciosa. 

Mientras cumplimos rutinas y recorremos lo cotidiano, algo interno se transforma sin que lo veamos. 

Lo que fuimos se disuelve con una delicadeza tan sutil que apenas logramos percibirlo.

Cada una de estas transiciones nos obliga a reinventarnos. 

No es un proceso siempre elegido. A veces sucede empujado por las circunstancias, otras por un cansancio íntimo y otras por un impulso que ni siquiera sabemos explicar. 

Pero ocurre. Nos despojamos de viejas ideas, dejamos atrás hábitos que ya no nos representan, adoptamos nuevas formas de mirar. 

Es la manera que tiene la vida de recordarnos que no estamos hechos para permanecer estáticos.

Y hoy, siento que se acerca una nueva época. No tengo claro su contorno, pero se intuye en el aire. 

Es una sensación tenue y persistente, como un presagio que no se formula en palabras, pero se siente en el cuerpo. 

Surge una mezcla de deseo y ansiedad, una expectativa vibrante por la persona que podré llegar a ser en lo que se avecina.

Hay en ese deseo algo profundamente humano. Una esperanza constante de que podremos estar a la altura de lo que viene, que encontraremos un modo de habitar esa próxima etapa con más claridad, más coraje o quizá más suavidad. 

El tiempo puede ser implacable, sí, pero también ofrece oportunidades nuevas. Nos concede la posibilidad de reconstruirnos una vez más.

Las épocas terminan. También comienzan. Y en ese vaivén hay un misterio que da vértigo y belleza. 

Algo muere en nosotros mientras algo más comienza a formarse, paciente, esperando su momento para revelarse.

“La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero debe ser vivida hacia adelante.” – Søren Kierkegaard

Google news logo
Síguenos en
Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
  • Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.