Policía

Cartas del caso Oyervides

Tras la publicación la semana pasada del relato de Oyervides, llegó al buzón de esta columna la siguiente aclaración que se reproduce de manera íntegra:

Señor Diego Osorio (sic):

Usted publicó hace unos días en su columna “Detective” informaciones tendenciosas y falsas sobre mi persona que hace tiempo había divulgado en el desaparecido periódico “El Extra” de Monterrey, motivo por el cual tuve a bien informarle en persona de mi molestia por su actitud poco seria y harto irresponsable.

Sin embargo, en lugar de apaciguar sus ansias de reportero carroñero, veo que solo las alimenté y ahora usted volvió a publicar falsedades a través de su espacio semanal del periódico MILENIO, al que nada tengo que reprochar, salvo el permitir que personas de su calaña tengan acceso a publicar este tipo de libelos en sus muy leídas páginas impresas y digitales.

Lo primero que deseo aclarar es que de ninguna manera he muerto, que estoy vivo y contento a pesar del cáncer que me aqueja y que, si bien es cierto que he tenido recaídas, mi salud mejora cada día, dicen los doctores. Esto se lo digo para desmentirlo totalmente, porque usted afirmó que yo había muerto e incluso se tomó el atrevimiento de publicar las supuestas últimas palabras que pronuncié antes de morir. Semejante barbaridad es histórica en el periodismo serio que se acostumbraba en “El Extra” y ahora en MILENIO.

El segundo punto que quiero aclarar es el de mi excelente relación con Sepúlveda, alguien que ha sido mi fiel amigo durante mucho tiempo y que siempre me ha apoyado en la lucha por la supervivencia de una manera digna, algo que de seguro usted, señor Osorio, no entiende.

Finalmente, ese perverso argumento que utiliza para decir que yo no soy el Oyervides del que usted habla en sus columnas, me parece lo más ofensivo de todo. Usted bien sabe que el cargamento que custodiaba mi padre no era de plata, sino de oro, por lo que no hay razón alguna para que yo deje de utilizar este bastón color plata que me obsequió en alguna navidad el gato Keats, quien también ha sido una de las víctimas de la morbosidad de sus anteriores columnejas.

Deje de lastimar el honor de los demás.

Atentamente,

Oyervides

***

Tras la anterior misiva, esto es lo que tengo que decir: 

Respuesta a Oyervides

En relación con la carta aclaratoria que recibí y que aquí aparece publicada, debo reconocer con mucha pena y tristeza que no tengo en este momento las evidencias que me permitan sustentar la información publicada y que me fue aclarada por Oyervides.

La fuente de mis anteriores columnas sobre la muerte de Oyervides es una persona de mis absolutas confianzas, a la que todavía le creo y espero regrese pronto de ese viaje que ha hecho a Real de Catorce para que me ayude a demostrar con evidencia que el Oyervides de mi columna, el que es amo del gato Keats y vive con Sepúlveda, ya murió como lo he venido afirmando.

Mientras espero el regreso de mi fuente —cuya identidad no revelaré—, he pedido ayuda a mis compañeros y amigos reporteros investigadores de MILENIO para conseguir información del verdadero Oyervides, con la única finalidad de que usted, querid@ lector@, no se quede con un mal sabor después de leer esta columna con la que acaba el largo año 2021.

Así también, unos amigos del barrio me han ayudado a diseñar y colocar en varios puntos de mi natal Monterrey cartelones donde se solicita información sobre el verdadero Oyervides y se pide la colaboración de los ciudadanos que puedan aportar algún dato verídico de este personaje. Ya se empezaron a pegar por todas las paredes de la ciudad con la esperanza de que alguien socorra a este columnista desmentido.

Usted que lee esto, también está invitad@ a colaborar de la manera que pueda. Ya sea dando información útil o recomendando estrategias adecuadas para obtener la información que reivindique esta columna, que se encuentra ahora en pleno patíbulo. Puede mandar un mensaje electrónico a deo@detective.org.mx, mandar un fax al 0181500511 o contarle sus ideas a la señorita María Camargo en el teléfono 0181500550. Su ayuda es fundamental. Muchas gracias.

***

De manera inesperada, cuando estaba a punto de enviar esta columna a mi editor Héctor Zamarrón, recibí una nueva carta alusiva también al caso Oyervides, por lo que decidí incluirla en esta entrega. Con ella creo que se cierra momentáneamente el caso al tener, ahora sí, sustento y validez la información que se publicó en mi anterior columna y que un demente había tratado de poner en duda. Muchas gracias por su atención y mis mejores deseos para 2022.

Señor Diego Osorno:

Unos amigos que no salen de la calle para entrar en una casa me dijeron ayer que habían visto en el centro un pegote donde se solicitaba información fidedigna sobre el verdadero Oyervides, ya que había quienes se estaban haciendo pasar por él para ganar espacio en las prestigiadas páginas de MILENIO.

Debo confesarle que al momento me sorprendió la noticia que se me daba y tuve que ir a cerciorarme yo mismo de que mi par de amistades no me estuvieran mintiendo o confundieran las cosas como suelen hacerlo. Evidentemente no era así. Estaban en lo correcto.

Pensé en olvidarme del asunto y seguir con mis cosas, pero supuse que era injusto para muchos mantener viva la posibilidad de que Oyervides no hubiera muerto aquella noche de otoño. Oyervides murió. Usted y su informante están en lo cierto.

Quien ha osado hacerse pasar por Oyervides seguramente ha sido Sepúlveda, que después de enterarse de que la herencia entera de su mejor amigo había pasado a mi posesión, no hace más que estar melancólico, huraño y rabioso, por decir algo.

A usted y a sus lectores, les digo que pueden rezar por Oyervides, quien seguro intenta descansar en paz en el cielo, en el purgatorio, en la casa de la vecina de al lado o en donde su alma se encuentre.

Admirando su objetividad y precisión periodística, quedo de usted para entregarle toda la papelería oficial, testimoniales y demás pruebas que se requieran para sustentar su dicho, el cual es más que cierto.

Atentamente,

El gato Keats.


Diego Enrique Osorno

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