Desde 1895 (año en el que se creó el Premio Nobel) solo ha habido cuatro mujeres laureadas en la categoría de Química y dos en Física, la más destacada en este pequeño listado y doblemente galardonada es la científica Marie Curie (1867-1934), la primera mujer en recibir un Nobel y la única hasta la fecha en conseguir dos.
En su magnífico libro La ridícula idea de no volver a verte, la escritora Rosa Montero rinde un homenaje a Curie con una reseña de su diario personal, en la que menciona que fue la primera en tantos frentes que resulta imposible enumerarlos; no obstante, cabe destacar tres acontecimientos: fue la primera mujer en licenciarse de Ciencias en la Sorbona y en doctorarse en Ciencias en todo Francia; fue la primera en tener una cátedra universitaria, y también en ser enterrada en el Panteón de los Hombres Ilustres en París. Cuando trasladaron sus restos, el presidente François Mitterrand pronunció un discurso en el que enfatizó “la lucha ejemplar de una mujer en una sociedad en la que las funciones intelectuales y responsabilidades públicas estaban reservadas a los hombres”. Menciona Montero, en un eufemismo, “estaban, como si esas desigualdades ya hubieran sido superadas por completo”.
Marie Curie fue pionera absoluta en múltiples rubros y sin apoyo ni dinero logró salir adelante para cambiar al mundo con su descubrimiento. En su adolescencia, cuando Polonia estaba ocupada, las mujeres tenían prohibido el acceso a la universidad, como en muchos otros lugares del mundo. Al terminar el instituto, Curie llegó al acuerdo con su hermana mayor Bronya de contratarse como institutriz para que ella se fuera a París a estudiar Medicina; Marie la apoyaría económicamente hasta que Bronya acabara sus estudios, y entonces sería ella quien ayudara a Marie a hacer su carrera. Así fue, en 1893 se graduó como la mejor alumna de su clase en la licenciatura de Física. Al siguiente año conoció a Pierre Curie, con quien se casó en 1895. Posteriormente ambos trabajaron en el estudio del campo magnético y fueron los descubridores de la radiactividad, así como de los elementos polonio y radio. Tuvieron dos hijas, Eve e Irene. Lamentablemente, en 1906 Marie enviudó después de que Pierre fuera atropellado por un carruaje. Tras quedarse viuda rechazó la pensión oficial que por derecho le tocaba y la Sorbona se vio obligada a ofrecerle las clases de la cátedra de Pierre, las cuales ella aceptó gustosa, convirtiéndose así en la primera mujer en dar cátedra en esa universidad.
Marie se atrevió a luchar, logró desentrañar y cambiar el lugar de la mujer en la sociedad. Su identidad y propósito no fue dictado por las costumbres de su tiempo, cambió la historia gracias a que decidió actuar sin importar las adversidades de la época y, gracias a eso, logró revolucionar la física como se conocía y hacer historia.
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La segunda mujer que recordamos es Ester (482-478 a. C.), joven judía cuyo nombre hebreo fue Hadassah. Quedó huérfana y al cuidado de su tío a una corta edad. Llegó a ser reina de Persia en una época en la que estaba prohibido importunar al rey sin tener un llamado; sin embargo, esto no detuvo a Ester de abogar por detener un genocidio contra el pueblo judío, el cual llevarían a cabo los funcionarios por decreto real. Tuvo miedo, pero su convicción y raíces la incitaron a asumir las probables consecuencias de romper las reglas e impulsada por las palabras de su tío comenzó, en compañía de sus doncellas, un ayuno para pedir la gracia de Dios. Aunque sabía que podía costarle la vida, se presentó frente al rey Asuero (mejor conocido como Jerjes) y le suplicó por su pueblo, a pesar de que el rey le ofreció hasta la mitad del reino.
Desafortunadamente la masacre no se detuvo, ya que la ley de Media y de Persia no podía ser abrogada; sin embargo, en atención a la petición de Ester, el rey emitió un edicto que avisaba al pueblo hebreo de los futuros acontecimientos y les permitía defenderse aun con mayores alcances que el decreto que ordenaba el genocidio, por lo que lograron vencer el ataque y sobrevivir. En la actualidad aún se festeja, en conmemoración de este hecho, la fiesta de Purim y se recuerda a Ester como una valiente mujer llena de convicción, que antepuso la defensa y la vida de su pueblo a su interés y comodidad personal.
¿Qué tienen en común Marie y Ester? Las dos fueron fieles a su identidad y a su propósito, rompieron las reglas, fueron contra la imposición social y gracias a eso lograron cambiar la historia, revolucionar el mundo y sembrar inspiración para sentar las bases de un futuro más justo y equitativo para las mujeres. Aun así, la lucha aún no acaba, nuestra generación necesita mujeres con carácter, que no se detengan, que estén dispuestas a cumplir su propósito y no se den por vencidas. Algún día las futuras generaciones voltearán a ver el pasado y nos recordarán como una generación de mujeres resilientes, guerreras, que unidas continuaron el quebrantamiento de estructuras sociales que comenzó hace siglos mujeres como Marie y Ester, que día con día se esforzaron por la creación de una sociedad más equitativa y que tomaron decisiones motivadas por sembrar esperanza, vida y progreso para las que vendrán.
Diana Rouzaud*
@dianarouzaud
*Abogada colaboradora en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.