El lunes 8 de abril, el peso mexicano llegó a una cotización de 16.26 unidades por dólar, la más baja desde diciembre de 2015. Con esto culmina un proceso que comenzó en 2020 y que llevó a apreciaciones del peso de 15.2 por ciento en 2023 y 3.6 por ciento en lo que va de este año.
La preocupación que algunos comentaristas han señalado al respecto es que puede venir un ajuste abrupto que implicará un impacto económico negativo para el país. ¿Existen elementos para esa preocupación?
Hay al menos cinco dimensiones desde donde puede tratar de contestarse esa pregunta: la paridad del poder de compra (PPP), el diferencial de tasas de interés, el balance fiscal, las reservas internacionales y el equilibrio del sector externo.
Respecto a la PPP, el problema es establecer el periodo de referencia correcto, pues dependiendo de ello el tipo de cambio de equilibrio puede reflejar una sub o sobrevaluación, con lo cual en este momento este enfoque resulta poco útil.
En términos de tasas de interés, es evidente el gran diferencial entre México y Estados Unidos: de 2015 a febrero de 2020 promedió 2.24 por ciento y de marzo de 2020 a febrero de 2024 ese promedio subió a 3.85 por ciento (en términos reales netos de inflación). No hay razones para esperar que esto cambie en el corto plazo, mientras el diferencial se mantenga por encima de 2.51 por ciento, promedio de 2015 a la fecha, las inversiones deben seguir fluyendo en una medida semejante.
En cuanto al balance fiscal, no existen elementos para suponer que el gobierno mexicano pudiera enfrentar una incapacidad de pagos. Aun si no se cumpliera la meta establecida en los precriterios de política económica, el nivel de déficit se mantendrá en niveles muy manejables.
En lo que toca a la fortaleza de las reservas internacionales, el Banco de México acumula 217 mil millones de dólares, monto suficiente para administrar cualquier ataque especulativo contra el peso.
En el sector externo no se perciben presiones relevantes. El déficit de cuenta corriente se ubicará en 2024 y 2025 en rangos reducidos de -0.2 a -0.3 por ciento del PIB, con lo cual prácticamente no es necesario recurrir al exterior para financiar consumo, inversión o gasto público del país. De hecho, México también está recibiendo remesas que, en 2023 ascendieron a 63 mil 319 millones de dólares y mantienen una racha de 46 meses consecutivos al alza.
En suma, si bien en efecto puede esperarse, con base en el comportamiento comparado de las economías mexicana y estadunidense, un ajuste al alza del tipo de cambio, no hay razones para suponer que el mismo será abrupto ni de una magnitud importante. Es siempre difícil predecir, pero, con base en la información disponible hasta ahora, es posible, incluso, que a finales del año el tipo de cambio sea inferior a los 17.8 pesos por dólar pronosticados por Hacienda.
Alfa negativo. Inverosímil acción del gobierno de Ecuador, que allanó con fuerza pública la embajada de México en ese país, provocando no solo el rompimiento de relaciones, sino el rechazo unánime de la comunidad internacional. Están aún por verse las consecuencias de la decisión del presidente Daniel Noboa.