Política

El Congreso en modo avión

En México, la política ya no se hace en el Congreso, sino en cualquier cancha. Y no precisamente en la cancha de las ideas. El video del diputado federal Cuauhtémoc Blanco, raqueta en mano, mientras la Cámara sesionaba, no es una simple anécdota deportiva: es la radiografía más nítida de un poder legislativo que ha perdido la noción de lo que significa representar al pueblo. Jugar pádel mientras se legisla no es un descuido: es un símbolo de una democracia en ruinas.

El episodio nos provocó indignación, pero también una sensación de hartazgo. Porque el problema no es uno, ni dos, ni tres diputados distraídos: es una clase política que lleva años ausente, que convirtió la virtualidad —nacida por necesidad en pandemia— en un privilegio permanente.

Desde hace casi tres años que se declaró el fin de la emergencia sanitaria, las escuelas regresaron, los hospitales retomaron su ritmo, los tribunales volvieron a sesionar, pero en el Congreso, ese que se presume como “la casa del pueblo”, seguimos funcionando a medio gas. Sesiones híbridas, curules vacías, votaciones automáticas, pantallas encendidas y cámaras apagadas. Mientras tanto, la ciudadanía sigue pagando el sueldo completo de sus representantes… aunque ellos y ellas no se presenten ni a rendir cuentas ni a debatir.

No es poca cosa. La representación popular es un acto de presencia. No se legisla por Zoom ni por WhatsApp. No se representa a nadie desde una cancha de pádel ni desde un restaurante de lujo. Cada curul vacía es una afrenta al voto, al salario público y a la democracia misma. Porque cuando un legislador o legisladora decide que su tiempo vale más que el de la nación, nos dice —sin decirlo— que el servicio público es un trámite y no un deber.

Lo más grave es que esta simulación se normalizó. Se volvió paisaje. Los partidos se callan, las dirigencias hacen como que no ven, y el Pleno se convirtió en un eco vacío donde las ausencias pesan más que los discursos. Por eso, el llamado de Movimiento Ciudadano para que la Mesa Directiva regrese las sesiones a la plena presencialidad no es solo una queja: es una denuncia ética. Porque no se trata de asistir por protocolo, sino de devolverle dignidad al trabajo legislativo. La política es contacto, discusión, confrontación de ideas, y eso no ocurre detrás de una pantalla ni desde la comodidad de una casa de descanso.

Lo que vimos con Cuauhtémoc Blanco no es el colmo, es la evidencia. El Congreso se convirtió en un tablero donde la simulación corre más rápido que el debate. Y mientras el país se enfrenta a problemas reales —violencia, desigualdad, pobreza, inflación—, nuestros legisladores se dan el lujo de ausentarse, de cobrar por no estar, de banalizar la función pública.

Quizá habría que aceptar que el pádel legislativo ya es nuestro nuevo deporte nacional.

Requiere poco esfuerzo, se juega en equipo, pero sin adversarios, y siempre hay tiempo para tomarse la foto. El único detalle es que en esta cancha, el pueblo nunca fue invitado al partido.


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Claudia Salas
  • Claudia Salas
  • Diputada federal por Movimiento Ciudadano
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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