Todavía no cumple una semana en el poder y Donald Trump sí ha cumplido con ser un huracán, pero no categoría 5 como se esperaba lo fuera desde el primer día, sino unos dos o tres grados menos.
El nuevo presidente estadounidense había prometido aranceles de hasta 25 por ciento a productos de México y Canadá y deportaciones masivas, de miles de migrantes desde su primer día y, afortunadamente, no ha definido la fecha para poner los aranceles extras y tampoco ha hecho deportaciones masivas aunque sí arrestos espectaculares de indocumentados, en cantidad muy menores, pero sí llamativas.
Aprovechando el Foro Económico Mundial de Davos Donald Trump aseguró que las conversaciones con México van bien cuando no han trascendido los acuerdos que se estarían tejiendo en lo oscurito, sin embargo, al menos en su discurso y para fines propagandísticos y mediáticos México es ya la nueva amenaza número uno de la administración del presidente número 47 de Estados Unidos.
Desde el pasado 20 de enero la artillería política, económica y de seguridad del Gobierno estadounidense ya no apunta a terroristas de Medio Oriente ni a la invasión de Putin a Ucrania, ya ni tanto a las drogas y precursores químicos provenientes China: ahora apunta a sus vecinos del sur, a nosotros.
Ordenó reforzar la frontera con soldados y la Guardia Nacional, cerró cualquier trámite de asilo para migrantes, declaró a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas, adelantó que mandará a todos los deportados a México y varias medidas más.
¿Por qué apunta a México y no hacia medio Oriente o Rusia con la misma fuerza? Lo hace porque como en el antiguo programa de televisión, México es el rival más débil. Diga lo que diga, o haga lo que haga Trump, el gobierno mexicano aguanta todo tipo de acusaciones y humillaciones.
En materia arancelaria, económica, migratoria y hasta militar México no le representa un riesgo real para su gobierno y sí en cambio podemos hacer las veces del villano favorito del pueblo estadounidense al culparnos de casi todas sus desgracias de violencia, drogadicción y desempleo. En una semana, otras razones del porqué somos los nuevos malos-malos de la nueva película estadounidense.