Tres, solo tres tristes días le duró la ilusión, la luna de miel al gobierno de la 4T.
El viernes 5 de diciembre dejaron que se acercara, no le hicieron el feo en público, le dejaron hablar y lo voltearon a ver en la ceremonia del sorteo, en Estados Unidos, de los juegos para el mundial 2026 de la FIFA.
Por cortesía, protocolo y por publicidad le permitieron posar junto a Donald Trump para la foto, para mandar una señal de que Norteamérica sí puede estar unida por un balón, y todavía el domingo 7 en el mega acarreo se lanzaron consignas desafiantes “al extranjero –Trump y Estados Unidos son los nuevos inombrables en esas huecas arengas–”.
El oficialismo mexicano y sus propagandistas seguían promoviendo en redes y en medios el “buen entendimiento”, el “buen trato” Trump-Sheinbaum, incluso hubo quienes dijeron que la presidenta de México ya te había hallado el modo, que por eso le lanzó indirectas el domingo. En eso estaban cuando cayó el baldazo de agua fría. Apenas llegó el lunes 8 de diciembre y todo se derrumbó.
Empezando semana el presidente estadounidense demandó fuertemente al gobierno morenista a entregarle agua de riego que le debe a campesinos de Texas.
Trump no solo se quejó de que el gobierno morenista ha incumplido el tratado internacional de aguas, sino que le dio un ultimátum a la 4T para que libere grandes volúmenes de agua antes del 31 de diciembre.
“He autorizado la documentación para imponer un arancel del 5% a México si esta agua no se libera INMEDIATAMENTE (…) México tiene la obligación de ARREGLAR ESTO AHORA”, publicó Trump.
Tras el ramalazo el gobierno mexicano seguía tratando de salir a flote cuando a media semana otra vez Trump acusó a la 4T de tampoco sanear las aguas que descarga a ríos compartidos en la zona fronteriza.
Este es el verdadero trato cotidiano, diario y real de Trump con la 4T: no hay tersura ni medias tintas.
El gobierno estadounidense utiliza a la 4T como piñata en Posada a la que, según el palazo, son los dulces intereses que suelta y le concede a Trump.
De lo que estamos seguros es que los palazos continuarán, al menos, por poco más de tres años, lo que está en duda si la piñata guinda resistirá tamaña posada.