La reaparición del ex presidente Andrés Manuel López Obrador con su video del pasado fin de semana cimbró y afectó más al gobierno que a la oposición o a sus “adversarios”.
Inmediatamente desde Palacio Nacional se trató de hacer ver la reaparición y el mensaje del tabasqueño como una manifestación de apoyo, pero lo cierto es que la más dañada es la imagen presidencial.
En el video queda claro, primero, que el ex presidente estaba urgido de reaparecer, de hablar y de recordarnos que nunca se ha retirado de la política.
Segundo. En su mensaje nunca expresa abiertamente su respaldo a la manifestación de apoyo de este fin de semana a la que está convocando Claudia Sheinbaum.
Tercero. Reaparece justo después de que todo mundo vimos cómo empoderó nuevamente al senador Adán Augusto Santiago en el caso de la salida de Alejandro Gertz Manero de la Fiscalía General de la República. En una semana desde Palenque le aplicaron el uno-dos a Palacio Nacional: crece Adán y reaparece su tutor.
Cuarto. El mensaje deja en claro que López Obrador busca reagrupar a sus huestes al decirles que cuando el considere, volverá a tomar las calles. Su voluntad la encubrió en tres razones que lo harían lanzarse a la campaña abierta, supuestas razones relacionadas con la soberanía, la democracia y el respeto a la figura presidencial, pero ¿quién va a definir si hay riesgo en cualquiera de esos tres aspectos? La presidenta no, sino la mente de López Obrador.
Entre sonrisas nerviosas la Presidenta dijo que actualmente no había ninguna de estas tres condiciones, es decir, abiertamente señaló que no hay razón para que López Obrador salga a la luz pública, mucho menos a las calles.
Esos tres argumentos no son un respaldo para el gobierno, es un amago y a la vez un pase de lista a sus seguidores a los que les está diciendo: estén atentos, porque en cualquier rato los convoco.
Desde hace casi 80 años en México generalmente se practicaba aquello de que el Presidente que se va se calla – salvo contadas excepciones- y no critica la política nacional y las decisiones de su sucesor, pero con este video queda muy claro que el mayor riesgo hoy para institucionalizar la 4T es, ni más ni menos, López Obrador.