La elección judicial del 1 de junio próximo tendrá varias peculiaridades que la hacen muy distinta a procesos electorales anteriores.
Decíamos la vez pasada que, por ejemplo, esta vez los candidatos no pueden recibir apoyo de partidos políticos ni financiamiento público ni pueden contratar ningún tipo de publicidad en medios ni en redes, y si tú quieres saber quiénes contienden tienes que entrar a la página web del INE para revisar el currículum de cada uno.
Pero también en esta ocasión las boletas no traerán logotipos de partidos, sino que presentarán listados –algunos enormes– de aspirantes.
Esta vez no se tachará un logotipo ni el nombre del candidato que uno elija, sino que se tendrá que anotar su número de lista en recuadros que vendrán en la parte superior de cada boleta.
Otra variante que podría crear confusión es que se elegirán magistrados o jueces federales de distintas materias, por ello en dos boletas en particular vendrán candidatos enmarcados con distintos colores dependiendo si son aspirantes a juzgadores en materia penal, civil o administrativa.
Otra cosa extraña y hasta regresiva es que esta vez los funcionarios de casilla, los ciudadanos que ofrecerán casi todo su domingo para recibir los votos, ellos esta vez no contarán los sufragios una vez que cierre la casilla, sino que guardarán las boletas y las enviarán a oficinas distritales del INE para que allí se realice el escrutinio y cómputo oficial.
Por la razón anterior en esta elección judicial los resultados no se conocerán la noche del mismo domingo en que la ciudadanía votará, sino que será hasta 12 días después, el 13 de junio cuando se den los resultados oficiales y hasta entonces sabremos quiénes ganaron. Este grado de tardanza no la recuerdo ni cuando el gobierno organizaba las elecciones a finales de los años 80’s y principios de los 90’s.
Esta elección será un complicado laberinto para los ciudadanos que deseen participar y para quienes colaboran con el INE. Este proceso confirma cada día que fue una pésima idea creer que se debía renovar el Poder Judicial por vías no propias de un poder contra mayoritario y de contrapeso al Ejecutivo y al Legislativo.