Por qué Claudia Sheinbaum podrían ausentarse del primer debate presidencial del 7 de abril?
Primero, evitaría desgastarse ante dos probados parlamentarios como lo son la opositora Xóchitl Gálvez y el emecista Jorge Álvarez Máynez (ya se ha ausentado de foros previos a los que han invitado a los tres aspirantes). Dos, porque se advierte una fuerte preocupación palaciega por el desempeño de su candidatura y, tres, porque la participación no es obligatoria.
El artículo 218 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales señala: “El Consejo General (del INE) organizará dos debates obligatorios entre todos los candidatos a la Presidencia de la República…”.
Esta vez el INE acordó organizar tres debates presidenciales, pero por ley solo dos son obligatorios para los aspirantes. Incluso, la ley prevé que si no acude alguno de ellos de todas maneras se debe desarrollar el debate y no se sanciona la inasistencia.
¿Pero, por qué tanto interés en los debates? Primero, porque son herramientas propias de sociedades democráticamente desarrolladas o en vías de, porque pone al mismo nivel a los candidatos poderosos o del régimen ante los adversarios que generalmente cuentan con menos recursos. Borra -al menos por una hora o poco más- los recursos extra personales de los debatientes quienes deben mostrar su talento en la retórica, en el arte de convencer, de persuadir a la audiencia con el discurso, en su desenvolvimiento escénico y su capacidad de reaccionar ante las dificultades.
Un debate no hace ganar una elección libre, pero sí puede aportar elementos a la discusión pública que pesarán en toda la campaña, además sirven para visibilizar y comparar candidatos; posicionar propuestas y promesas de campaña o soluciones a problemas sociales; sirven para conocer negativos de los aspirantes, poner a prueba el temperamento y carácter de los candidatos, para atraer (o repeler) a electores indecisos y a los candidatos los aterrizan a su realidad.
Como ciudadanos valoremos los debates presidenciales, ejercicios que este año están cumpliendo apenas 30 años en México y que lamentablemente no existen en regímenes autoritarios o con tintes dictatoriales.
