Cultura

Gota a gota

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  • Celeste Ramírez

En tiempos de sequía, aridez y desconexión, muchos de nosotros añoramos la lluvia: una colección de gotas que caen, a veces con fuerza y otras con suavidad, pero siempre en comparsa y de manera constante. Los agricultores esperan ansiosamente su llegada, al igual que quienes aprecian su belleza y las mentes abrumadas que buscan consuelo.

Hay algo mágico en esas tardes y noches de llovizna que ponen una pausa a nuestra vida ajetreada, que nos hacen recorrer la cortina, subir la persiana o incluso, abrir la puerta y dar un paso hacia el exterior para apreciar ese fenómeno natural único y esperanzador. Un verdadero regalo de la naturaleza que nos arrebata un suspiro para cobijarnos de un silencio que nos conecta con nuestros pensamientos y emociones. Su efecto calmante ya ha sido comprobado científicamente.

El agua es un elemento vital que no solo nutre y renueva la tierra, sino también el espíritu y el cuerpo del ser humano. En muchas culturas la lluvia se vincula a cualidades positivas: en Asia e India se le relaciona con la purificación y sanación; en África y América se le asocia con la fertilidad de la tierra (se realizan ceremonias para invocar su llegada); en Hawái se piensa que tiene propiedades curativas; en algunas partes de Cuba y Europa se cree que tiene efectos positivos para la piel y el cabello (se cree que, si te bañas en las lluvias de mayo puedes mejorar tu salud y belleza).

Son muchas las suposiciones en torno a la lluvia, pero lo que no podemos negar es que, tras su llegada, son muchos los efectos positivos, todo enverdece y florece. Entonces, la lluvia nos recuerda que nuestro planeta está conectado, que todos los seres vivos, en mayor o menor medida, dependemos de algo más, así que tenemos que cultivar el valor y aprecio por lo natural, por nuestro hogar, que es el planeta tierra.

La lluvia como elemento poético abunda. Cada poeta, cada escritor, tiene su visión, concepción y estilo de abordarla.

Hoy, por ejemplo, rescato la prosa intimista de Efraín Bartolomé (Chiapas, 1950), sobre la lluvia, texto incluido en el libro de poesía Música lunar, editado por Joaquín Mortiz en 1991:

“Llueve dentro de mí con suavidad, sin prisa, como sobre un jardín delicado. Llueve una lluvia dulce y amorosa. Llueve dentro de mí en un día soleadísimo una lluvia muy fresca. Gotas finas riegan el interior de mis ojos y pulen suavemente su redondez. Gotas finas en mi garganta y en mi corazón…”


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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