La democracia está a la defensiva en todo el mundo. El descontento con ella ha sido creciente en América Latina. En 2010, según el Informe Latinobarómetro, apenas cuatro países tenían una población mayoritariamente satisfecha: Uruguay, Costa Rica, Chile y Panamá, el resto estaba insatisfecho, en último lugar México (27 por ciento). En 2015, la norma se mantuvo, pero la tendencia empeoró: Uruguay seguía siendo el país más satisfecho y México el más insatisfecho (19 por ciento). En 2020, México fue el país, en todo el continente, que mayor apoyo mostró a un régimen autoritario (22 por ciento), sólo después de Paraguay. Todo ha empeorado desde entonces. Entre 2020 y 2023, el apoyo al autoritarismo creció de 22 a 33 por ciento en México –un aumento de 11 puntos porcentuales—. En palabras del Informe Latinobarómetro 2023: “México sufre una pérdida de apoyo a la democracia entre 2020 y 2023 (…) Algo más de un tercio apoya la democracia (35), cerca de otro tercio es indiferente por el tipo de régimen (28) y el otro tercio apoya una opción autoritaria (33)”. Es el contexto en el que López Obrador gana la elección, el marco en el que da comienzo el gobierno de la llamada Cuarta Transformación.
México no es ya una democracia imperfecta, sino un régimen híbrido, de acuerdo con The Economist. Combina rasgos liberales y autoritarios. Neoliberalismo autoritario, lo llaman Luis Carlos Ugalde y Jacques Coste de Integralia Consultores, en su ensayo “México: ¿hacia el neoliberalismo autoritario?”. Los autores afirman que el actual sexenio, en el ámbito económico, ha sido más de continuidad que de ruptura, aunque con algunas excepciones (en primer lugar, el sector energético), y que ha mantenido una relación de cordialidad y cautela con Estados Unidos. En el espacio político, sin embargo, las cosas han sido más complejas. “El gobierno de López Obrador”, dicen, “no ha lanzado una política generalizada de represión y censura. Las elecciones siguen celebrándose bajo la tutela operativa del INE (aunque el gobierno interviene cada vez más de forma ilegal) y, en general, los individuos mantienen las libertades y los derechos que tenían antes de este gobierno. No obstante, por medio de ataques retóricos, recortes presupuestarios, reformas legales, nombramientos de funcionarios afines y otros instrumentos, el gobierno ha debilitado a los organismos autónomos que servían para contener el poder presidencial, como el INE o la CNDH. Además, ha lanzado una cruzada contra la Suprema Corte”.
¿Cuál ha sido, frente a esto, la respuesta de la sociedad? “No parece que las actitudes autoritarias del oficialismo produzcan especial alarma entre la mayoría de los ciudadanos”, dicen los autores de Integralia Consultores. No es algo que deba sorprender en un país en el que sólo 35 por ciento de la población apoya la democracia (y 33 por ciento piensa que el autoritarismo puede ser preferible). Tampoco es extraño en un país que goza de estabilidad económica y prevé un crecimiento anual de casi 3 por ciento, con la promesa de inversiones altas por nearshoring, todo lo cual hace que los empresarios, en concreto, estén poco preocupados por la regresión autoritaria. La prioridad de la mayoría de los mexicanos, hoy, no es la democracia.