La épica y taquillera película de Chris Nolan, Oppenheimer, nos recuerda cómo las grandes transformaciones sociales y científicas se dan cuando el gobierno y la academia colaboran en grandes misiones, basados en la confianza. Le llaman “University-Government Complex”, y no hay país desarrollado que haya omitido esta mancuerna. En el Proyecto Manhattan participaron más de 6 mil científicos de las mejores universidades de EEUU y algunas globales, con una inversión pública de 40 mil millones de dólares (ajustados a 2023). No había margen de error, el futuro de la humanidad pendía de un hilo.
Hay ejemplos más recientes -y menos existenciales- como la Iniciativa de Excelencia de China, que desde su lanzamiento ha invertido miles de millones para fortalecer sus universidades y convertirlas en líderes globales en investigación. Esta inversión pública ha catapultado a las universidades chinas al escenario mundial, fomentando la innovación y beneficiando tanto a la ciencia como a la sociedad. China lo tiene claro: invertir en la formación de talento, sin filias ni fobias. Cada año mantiene a un millón de jóvenes en las mejores universidades del mundo; 80% de los cuales regresan a su país.
Esto viene a cuento por la reciente presentación del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) para 2024, por parte del Ejecutivo Federal. No hubo sorpresas: se refrendó que las universidades no son parte de la transformación. Se toleran y administran, mas no se apoyan ni fortalecen.
Los datos son reveladores: el financiamiento para Educación crece 1%, para el Ejercito 121%; para Universidades Públicas Estatales crece 0%, para la Marina 63%; Ciencia y Tecnología crece 0%, Energía 273%.
Lamentable es también que, ante la crisis de miles de estudiantes que se quedaron sin apoyos, las Becas de Posgrado crecen 0%. El nuevo humanismo de Conahcyt debe reflejarse no solo en el nombre, sino en el presupuesto.
Las dos candidatas punteras a la Presidencia de México, una científica y otra ingeniera, se definen como “universitarias”. Que ello lleve a reconstruir la indispensable confianza del gobierno hacia la academia. Sin ello no habrá desarrollo genuino.