La bala que hirió a Donald Trump fue también la que acabó con la candidatura de Joe Biden. No fue su deterioro físico lo que lo llevó a declinar, sino la imagen de patriota que Trump se fabricó después del fallido atentado. La cúpula Demócrata súbitamente se dio cuenta de que no podían competir con la narrativa detrás de la icónica foto de Trump, con el rostro ensangrentado y el puño en alto en señal de lucha. Demasiado “heroico” para contrarrestarlo con un octogenario que luce desorientado y confunde los nombres de los presidentes.
La carta publicada por Biden no representó solo el fin de su candidatura, sino el inicio de la campaña de Kamala Harris, su vicepresidenta. ¿Por qué no renunció días antes? Porque aún no se lograban las negociaciones para asegurar el respaldo hacia una candidatura viable, la de Harris. En cuanto se hicieron esos amarres finos -y también rudos-, Biden subió su tuit de renuncia.
Situaciones extraordinarias reclaman medidas extraordinarias. A menos de un mes de la Convención Demócrata en Chicago, es una ingenuidad pensar que debe haber un proceso abierto y competido para designar al candidato(a). Sería desastroso; no hay tiempo. Harris será la candidata, y por aclamación. Va sola. La única incógnita es quién será su compañero de fórmula para la vicepresidencia. Debe ser un moderado y centrista. Quizás el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, o el senador por Arizona (y ex astronauta), Mark Kelly.
Es muy pronto para hacer predicciones y aún no hay encuestas confiables sobre las preferencias electorales post-Biden. Sin embargo, el desempeño de Kamala esta semana ha sido alentador: se muestra audaz, fresca y persuasiva. Está disfrutando su momento. Más que solo enfatizar el factor de género, Harris está creando un poderoso relato: la “fiscal de hierro” vs. el “delincuente”. En la esquina Trump están pasmados. Los Demócratas dominan la narrativa.
El proceso sucesorio en EEUU es todo menos ordinario; se asemeja a un capítulo de House of Cards. Quedan tres largos meses y todo puede pasar, pero el giro dramático de esta semana devolvió la sana incertidumbre a una elección que parecía ya decantada. Harris tiene todo para ganar.