En mayo pasado tuvo lugar el encuentro más importante de la educación superior: la Conferencia Mundial de la UNESCO. Cumbre educativa y científica que ocurre cada 10 años y busca trazar un “mapa de ruta” para los países en el fortalecimiento de sus sistemas educativos y de sus universidades.
El resultado de la Cumbre es de claroscuros: muchas ideas, pero nulos compromisos de los países. Un encuentro “despolitizado”, que refleja el creciente deterioro de los mecanismos de gobernanza global; no son los mejores tiempos para el multilateralismo.
Empero, ¿cuáles son algunos de los principales desafíos de la educación superior global según la UNESCO? Tres son fundamentales (ver cutt.ly/lH908M0):
1) Mejores modelos de financiamiento. Alrededor del mundo, los países experimentan con nuevos mecanismos para dotar de mayores recursos a sus universidades: fondos competitivos y basados en resultados; gratuidad focalizada para estudiantes de bajos recursos; iniciativas de excelencia para crear universidades de alto impacto en investigación.
2) Aprendizajes significativos. Crecientemente, los países desarrollan nuevos sistemas de aseguramiento de la calidad, menos orientados a insumos y procesos, mucho más a los resultados del aprendizaje y al éxito estudiantil. La tendencia es crear “marcos nacionales de evaluación” centrados en el logro académico y en las denominadas habilidades del Siglo XXI (trabajo en equipo, solución de problemas).
3) Tecnologías disruptivas. Los avances tecnológicos tienen el potencial de democratizar la educación, pero solo para los países que invierten en ellos. La Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT), la realidad virtual, aumentada y el Metaverso están cambiando los paradigmas del aprendizaje, facilitando experiencias más “vivenciales”, interactivas y, sobre todo, de alcance masivo.
¿Cómo andamos en México en estos temas? No avanzando lo suficiente: menos recursos para la educación superior; poco o nulo énfasis en los resultados del aprendizaje; insuficiente discusión nacional sobre tecnologías disruptivas.
El futuro educativo es un tren -eléctrico- de alta velocidad, cada vez más inalcanzable.
Iván Moreno
Twitter: @carlosivanmoren