Cultura

Vacacionante en pos de la historia

Dicen los que saben que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Y las telenovelas son los vicios de todas las madres, respingan los suspicaces. En plena época vacacional no quise que ningunas de las dos sentencias me tomara por sorpresa, así que me dispuse a mantenerme alejado del vicio y de los bodrios de la tele. Y entonces un cierto gusanito me llevó a naufragar en internet por los senderos de la historia, dado que el menú del “Nesflis” cada vez deja más qué desear (lo que sin duda será menester de otras Australadas).

Por razones que no consigo explicar, a últimas fechas he traído metida la historia entre ceja y oreja, en particular la historia de México. Así que ahora, con tiempo para perder, me vi clavado revisando videos en YouTube que versan sobre el tema de la Conquista española. Cualquier ortodoxo cuestionará el método y el rigor con el que se ilustra alguien ávido de entretenimiento, pero sobre todo de historia, pero francamente me ha importado una pura y dos con sal.

Me chuté desde la llegada al Lago de Texcoco, hasta la mentada noche triste y el drama de Moctezuma. De las tribus enemigas de los aztecas, hasta la quemada de patrullas de Cuauhtémoc. Pero entre tantas versiones y sobre todo entre tantos fanatismos xenófobos y chauvinistas, uno acaba dudando incluso de sí mismo. Y fue cuando recordé las clases de Sociedad y Estado en México de la Universidad. Y reparé en la necesidad de volver a los clásicos, que desde un lado y otro de la historia hablan de la feria como la vivieron (o como se las contaron).

En mis años de escolapio fue un personaje con labor docente, carácter implacable y pasión por el pasado quien me educó en la materia. Como era de esperarse, bailé las calmadas en la materia, pues a los 18 casi nada se sabe de nada y se comprende mucho menos. Lo importante fue que con el paso del tiempo las netas cayeron por su propio peso y con ellas el gusanito por curiosear, meterse en camisa de once varas con lo encontrado y saber que se trata de una labor siempre en proceso.

Así que, descansando haciendo adobes, me he dispuesto a revisar “Cartas de relación” de Hernán Cortés; “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, de Bernal Díaz del Castillo; “Historia general de las cosas de la Nueva España”, de Bernardino de Sahagún, así como “La visión de los vencidos” y “El reverso de la conquista”, de Miguel León Portilla. Y lo que hay en medio de los sospechosos comunes. Y, desde luego, recetarme la visita obligada al Museo de Antropología e Historia. No vaya a ser que la madre de todos los vicios se apodere de mí.

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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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