Cultura

Papeación chilanga

Una de las cosas que más me gusta realizar es el turismo gastronómico. Muchos dirán que es un pretexto para meterle fruta a la piñata y que debería ocupar mi tiempo en algo más provechoso. Pero, aunque no lo parezca, además de estimulante, ir por la vida entrándole con fe al pipirín se ha convertido en un estilo de vida, casi casi una declaración de principios. Siete años y medio dedicados a la noble tarea de comer con el argumento de hacer periodismo culinario deberían ser una credencial más que suficiente para, uno, hacer camino al andar en pos de los sagrados alimentos y, dos, no permitirse ingerir cualquier cosa.

Con esta lógica he ido en pos de Mexicalpan de las Tunas que, como se sabe, ofrece un menú por demás rico en opciones y según dicen los iniciados la experiencia es casi extática. Y no podía ser menos, con tantos millones por simple ley de probabilidades la opción de buenos platillos debe ser una realidad. Fue así que acudí a la Fonda Margarita, sitio en el que hasta el buen Anthony Bourdain había recalado y hablaba maravillas de sus guisos. No es mi intención corregir la plana al chef, menos aún si se puede revolcar en su tumba o jalarme las patas, pero creo que exageró.

El lugar, enclavado en la Colonia Del Valle, es todo menos un sitio donde merezca la pena desmañanarse por un plato de guisado (abren a las 5:30 y cierran a eso de las 12 del día), excepto por sus frijoles con huevo que, más allá de la manchadez de la relación precio-tamaño de porción, son sencillamente deliciosos. Lo demás está de más. Misma suerte corrió el paladar de este fulano papeador con los tacos de El Huequito que, sin dejar de ser cumplidores, no son la gran cosa, como cacaraquea la chilangada.

Y peor todavía, siguiendo con el tema del taco al pastor, el santo grial de la comida callejera capitalina, el caso de El Tizoncito es para pedir perdón e irse (o cerrar). Caros, con poco que rescatar del sabor de unas cuantas láminas de carne marinada y el excesivo trozo de piña, responden más bien a la pose y a una reputación que a todas luces ha sido rebasada por los años y por otros conceptos mejor trabajados. Como el más reciente encuentro, La casa de Toño. Poco hay que agregar cuando se come en un sitio donde a partir del sabor se ha sido feliz.

Una oda a la cocina mexicana sin pretensiones e incluso con el estigma latente de ser una cadena comercial. Pozole, cochinita, quesadillas fritas de abundante queso, agua de horchata y un final feliz con flan napolitano con baño de cajeta. En sitios como este la aventura vale la pena por el simple hecho de saber bien. Así de sufrida es la vida de un ente dedicado a difundir la cultura pipiringuera. ¡Es complicada, pero qué se le va a hacer!

fulanoaustral@hotmail.com

@fulanoaustral

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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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