Sea hembra con hembra u hombre con hombre o todos contra todos, el ojo mira y se entrega en plenitud y apertura sensual. Para que eso ocurra la fotografía no es invento para los que nada saben de composición y procesos de impresión. No es un juego de celular, es el arte de la cámara, la iluminación, la escenografía; pero sobre todo la percepción de quien maneja la lente con el deseo atrapado en sus ojos, en ese instante donde con un simple clic la imagen queda para la eternidad.
Maritza López hace fotografía desde los años 70. Pero su trabajo más íntimo, el desnudo, hoy es expuesto por primera vez en el Museo de Arte Moderno. Katnira Bello es la curadora de la muestra de 30 imágenes que respiran por sí solas: vello púbico y pezones en el aire desafían las conciencias morales que en los inicios de la fotógrafa la censuraron. Hoy están abiertos a conciencias libres, sin inhibición, con apertura, como debería ser desde los tiempos grecolatinos. Una exposición necesaria para decir que en México existe libertad erótica, sin atavismos.
Más allá de la belleza del desnudo sorprende en la exhibición la impecable calidad de la composición e impresión de las fotos. No hay muchos fotógrafos en nuestro país con ese cuidado estético del blanco y negro en todos sus matices. Maritza López tiene la fiereza del ojo pero igual la destreza de las técnicas fotográficas en el cuarto de revelado: de ahí sale el arte o allí se pierde el tino de un clic que no termina por germinar. Ojo y técnica son lo que distinguen a una artista de la lente. Maritza López labora ella misma sus revelados y su sentido de perfección la conduce a resultados evocativos, como puede apreciarse en el MAM.
De viento y materia se intitula la selección fotográfica que ideó Katnira Bello. Ángeles que no son ángeles. Que reflejan a san Sebastián pero de carne y hueso. Manos que atrapan cuerpos y crean abstracciones. Pezones que cuelgan como campanas de libertad. Pubis que se abren a los ojos del espectador, desafiantes, abiertos en canal. Las curvas del cuerpo en el que se pierden los sentidos. Una muestra imperdible que ustedes no pueden dejar de ver, con sus ojos anhelantes, perturbados por la belleza.
