Hace 10 años se descubrieron 72 cadáveres, 58 hombres y 14 mujeres; eran migrantes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Ecuador y Brasil, con signos de brutal tortura perpetrados por grupos criminales en San Fernando, Tamaulipas. La poca resonancia en México contrasta con el Papa Francisco, quien recordó ayer desde Roma la masacre de San Fernando. Expresó su “solidaridad a las familias de las víctimas que todavía hoy invocan justicia y verdad sobre lo sucedido".
El Papa cuestiona el reino de la barbarie que imperó bajo el gobierno de Felipe Calderón y que lamentablemente se instaló en el país. En 2010, la CNDH estimó que aproximadamente 20,000 migrantes fueron secuestrados en México. Diez años después, el secuestro, el maltrato y la ejecución siguen siendo prácticas que se erigen bajo el señorío de la brutalidad. La migración es un fenómeno complejo que rebasa de lejos la movilidad humana; implica enfrentar las causas que están de fondo: la pobreza, la injusticia, la represión, la escasez de empleos y la falta de oportunidades.
Los migrantes nos obligan a un enfoque de derechos humanos: todas las personas son hijos e hijas de la misma tierra y por tanto de la casa común. Nadie tiene la facultad de rechazar dicha condición humana por causas de seguridad nacional, raza, cultura ni credo.
Ante la desgracia de San Fernando, la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho, denuncia que persiste la opacidad en las investigaciones. Jamás existió una investigación exhaustiva de los hechos. Y que, a la fecha, a pesar de que 15 personas consignadas como presuntos asesinos, no hay sentencias.
Tampoco se ha investigado la responsabilidad del Estado mexicano en la prevención de los hechos, a pesar de que la CNDH reportaba la participación de agentes del estado. En la región, se identificaron decenas de fosas con cientos de restos de migrantes. Tan solo en San Fernando se descubrieron 48 fosas con 196 personas. Organismos internacionales se preguntan: ¿Cuántas de las decenas de miles de restos no identificados en México pueden pertenecer a migrantes desaparecidos?
Ante esta tragedia humanitaria de San Fernando, evocada por el Papa Francisco, la Fiscalía General de la República tiene la oportunidad de resolver, como Estado, este episodio grave de violación de derechos humanos. Y como sociedad, debemos rechazar la tesis calderonista: la violencia se combate con violencia. No podemos cerrar los ojos, la violencia es autodestructiva.