Política

Escuchar a las víctimas de la (in)justicia

El pasado 10 de enero tuvo lugar el foro “Fallas en el sistema de justicia” en la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. Se trató del primero de cuatro foros que realizaremos en el marco de los “Diálogos por la transformación”, con el fin de escuchar y recoger una diversidad de voces que nos permitan construir una reforma integral al sistema de justicia.

La justicia mexicana debe cambiar y cualquier planteamiento debe comenzar escuchando a las víctimas de este país. Cualquier reflexión y cualquier propuesta de cambio debe partir de las atrocidades que padecieron en manos de las autoridades, de las trabas que enfrentaron para alcanzar la verdad, de los años luchando sin respuesta, de sus gritos de dolor y desesperación.

Por tal motivo, el foro que organizamos reunió a un grupo de víctimas y sobrevivientes que narraron sus vivencias con el aparato de justicia. Más de 200 personas en el recinto y cerca de 30 mil en línea tuvimos el privilegio de escuchar de viva voz a las víctimas de tortura, feminicidio, fabricación de delitos, extorsión, detenciones arbitrarias, malos tratos, violencia vicaria, despido por embarazo, corrupción inmobiliaria, entre muchas otras violaciones a sus derechos humanos.

Sus relatos fueron potentes, desgarradores y de una dignidad extraordinaria.

Historias profundamente dolorosas sobre la crueldad, la apatía y el desprecio de muchas autoridades que tuvieron la oportunidad de hacer diferencia y optaron por la desidia. De quienes prefirieron ignorar, maltratar y abusar de las víctimas, en lugar de tomarse en serio sus reclamos. De quienes eligieron no investigar un delito, no revisar la evidencia, no conducirse con sensibilidad ante el dolor humano. De quienes incurrieron en una brutalidad inconcebible.

Pero también fueron historias de quienes hicieron diferencia. De funcionarias y funcionarios que actuaron con sensibilidad. De policías, fiscales y jueces que tendieron la mano, que se tomaron en serio a las víctimas, que escucharon con atención. De servidores públicos que actuaron cuando era mucho más fácil no hacerlo. De quienes eligieron la compasión por encima de la indolencia, y la rectitud por encima de la arbitrariedad.

Ante todo, fueron historias repletas de esperanza, de dignidad y resiliencia. El testimonio de quienes siguieron luchando y de su búsqueda incansable por justicia. De las madres que se convirtieron en detectives, abogadas, peritos y fiscales. De quienes llevaron su caso ante las instancias más altas. De quienes defendieron a su familia con uñas y dientes. De quienes convirtieron su dolor en indignación, y su indignación en lucha organizada.

A todas ellas les reitero mi más profundo agradecimiento y mi plena admiración. Sus testimonios reafirman mi convicción de que este sistema debe cambiar. Su lucha me llena de esperanza en que ese cambio es posible.

Las fracturas de la justicia mexicana tienen un impacto desolador en la vida de la gente: torturan cuerpos, rompen familias, arruinan vidas y lastiman gravemente a nuestra sociedad. Como lo reafirmaron las personas expertas que también nos acompañaron en el foro —fiscales, defensores, activistas, abogados postulantes y especialistas—: las cosas no pueden seguir igual. No podemos continuar con un sistema que castiga la pobreza y que es extremadamente cruel con las personas más vulnerables de este país.

Debemos cambiar el esquema de raíz. Se trata de repensar el modelo, desterrar las viejas prácticas, dignificar el servicio público y convertir a las instituciones en un instrumento de paz, justicia, reparación y verdad.

Para lograrlo, requerimos una reforma profunda e integral que cubra al Poder Judicial federal, a los poderes judiciales locales, a las fiscalías, a las defensorías públicas, a la justicia familiar, a los medios alternativos de solución de controversias, a las comisiones de búsqueda de personas desaparecidas; poniendo el acento en el acceso a la justicia, y en la vivencia y el sufrimiento de la gente.

Sin justicia no puede haber paz, ni progreso. Sin justicia jamás podremos consolidar esa sociedad igualitaria que anhelamos, en la que prosperen todas las personas y nadie se quede atrás. Hacia allá vamos.


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Arturo Zaldívar
  • Arturo Zaldívar
  • Coordinador General de Política y Gobierno de la Presidencia de México. Ministro en retiro y expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
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