La influenza o gripe española atacó a México el segundo semestre de 1918, entró por el norte del país donde hubo el mayor numero de casos, ciudades como Laredo, Piedras Negras, Reynosa, Saltillo, entre otras establecieron cercos sanitarios y suspendieron la rutas ferroviarias; en Guadalajara se presentó la segunda quincena del mes de octubre y tuvo su mayor auge en el mes de noviembre; dado el poco conocimiento que se tenia de la enfermedad se registraba como neumonía, por ello es difícil establecer un número exacto de víctimas, se calcula que ocasionó alrededor de veinte mil muertes en Guadalajara. El ayuntamiento mandó carruajes para recoger los cadáveres de los barrios y colonias, en esto se inspiró el pintor Carlos Orozco Romero, para realizar dos pinturas con el tema de la “influenza española” que conserva el Museo Regional de Guadalajara.
El 10 de noviembre en plena pandemia se inauguró el Museo de Bellas Artes y etnografía, actual Museo Regional de Guadalajara; el periodo de destrucción y barbarie de la Revolución, daba este fruto de cultura y civilización, para cumplir con un postulado centrado en hacer posible el acceso al derecho universal a la cultura y al conocimiento.
Al margen de la lucha fratricida que representó la revolución y en medio de una pandemia, un grupo de artistas e intelectuales se dieron a la tarea de conjuntar objetos con valor artístico e histórica para conformar una de las más importantes colecciones públicas de arte en México, este proyecto concebido como un centro de difusión de la cultura y el conocimiento, fue durante muchos años el principal centro de difusión cultural de la ciudad, así como generador de ideas y movimientos, artísticos y sociales. Este acto representó una piedra fundadora de una política cultural que se ampliaría en el resto del siglo hasta conseguir ser ejemplo para el resto del país.
En la pandemia del 2020 toda esa tradición de política cultural está sometida a un proceso de destrucción o desmantelamiento con el pretexto de una pretendida “Re fundación” de Jalisco; en los 18 meses transcurridos de la actual administración, el grupo de iluminados que dirige la Secretaria de Cultura de Jalisco tuvo a bien entregar un proyecto para el plan estatal de cultura.
Ciertamente el experimento no deja de ser interesante; contratar, posgraduados en el extranjero, hablantes de inglés, y desarraigados del estado mínimo por 5 años, para “Re fundar” la política cultural de Jalisco. Esta nueva generación cuyo promedio de edad no pasa de los 40 años, si bien representan nuevas caras tienen los mismos vicios de la clase política mexicana, que como respuesta a las protestas, en público ofrece dialogo y con sus acciones disminuye presupuestos o retira personal. Erigidos en una aristocracia de mérito, por sus conocimientos y haber comido hot dogs en la quinta avenida, son los únicos que saben cómo transformar esta política cultural de “resultados mediocres”, “poco profesionales” de “pobre resultado artístico”; ellos si reconocen la sensibilidad popular y saben que ofrecerles; además conocen de las novedades metropolitanas en el Arte Contemporáneo; desconocedores de la realidad y faltos de imaginación su único logro, hasta ahora ha sido la creación de un organismo publico de museos, exposiciones y galerías, con clara tendencia privatizadora; para el resto de sus escasas actividades contratan despachos externos para que las realicen, una opción costosa para el erario. Convencida de su discurso “transformador” y “Refundador”, la titular de Cultura Jalisco solo ve pasar las renuncias de sus colaboradores y las quejas de una comunidad artística cada vez más alejada; la destrucción también requiere de creación y creatividad.