Un suceso, tal vez irrelevante para los dueños de la Feria de San Pedro Tlaquepaque como es la instalación de juegos mecánicos en la plaza principal; cobró importancia cuando para instalarlos arrastraron, maltrataron y arrinconaron la escultura “cabeza roja”, obra de Javier Marín uno de los escultores más propositivos en el panorama del Arte actual mexicano; sin duda un acto que plantea muchas preguntas acerca del espacio y del Arte público. El ayuntamiento otorgó permisos para que se instalaran los juegos mecánicos, luego entonces ¿no estaban enterados de que la escultura ya ocupaba el espacio concedido? Al margen de la respuesta, él hecho nos sugiere poca coordinación o de plano que el dinosaurio sigue ahí (léase PRI CROC, el encargado de la feria es un funcionario inamovible). Otro planteamiento tiene que ver con decisiones unilaterales tomadas por “aristócratas de mérito” que imponen su criterio ignorando tradiciones centenarias como son las fiestas patronales de este tradicional “Tlaquepaque pueblito” y deciden usar un espacio que no les correspondía.
No es el único caso en donde la autoridad inicialmente apoya una iniciativa de arte público y luego la sabotea; “Portal de Oriente” escultura monumental de la autoría de Dolores Ortiz, instalada en una glorieta de la antigua Calzada del Obrero, no obstante que ya se tenía autorizado el espacio y construida la base, la autoridad instaló una antena; la vandalización constante de “Sincretismo” escultura polémica de Ismael Vargas, instalada en la Calzada Federalismo; el atraco a las sala de los magos y el robo del conjunto escultórico de Plaza Juárez; son señales inequívocas de que no estamos construyendo una Ciudad amable y más humana, de que algo no está bien en la política cultural que implementan las autoridades, sean estas universitarias, estatales o municipales.
El Artículo 4º de la constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece como derecho el acceso a la cultura, y que para hacer cumplir ese derecho el estado y las instituciones que reciben dinero público deben promover los medios para la difusión y desarrollo de la cultura atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones; así como de “procurar los mecanismos de participación y acceso a cualquier manifestación cultural “. ¿Qué tanto se cumple esto en Jalisco?
La universidad pública está más ocupada en el llamado show businness sus espacios están programados con espectáculos generados por el consorcio televisivo, en la actualidad se le reconoce como la principal impulsora de música de Banda en México, música que en su mayoría hace apología de la violencia.
La Secretaría de Cultura estatal se ha desdibujado en los últimos sexenios para no hacer sombra al show businness que promueve la Universidad; lo único visible de su actividad es la Orquesta Filarmónica de Jalisco, así como sus galerías y el venido a menos, en cuanto a calidad de exposiciones, Instituto Cultural cabañas.
Los ayuntamientos metropolitanos tampoco cumplen con el objetivo, a casi diez meses de su llegada su único proyecto son las escuelas de Ballet municipales, por lo demás sus museos y galería lucen abandonados y continuaron con el espectáculo de Luces y sonido y el festivalito “Guadalajara Sucede”.
Ante este panorama, no justifico, pero trato de comprender, por qué un volantín desplaza una propuesta de Arte Público, no obstante que dos días después del incidente la autoridad municipal intervino, la arrastrada ya estaba hecha.