Decir que vivimos tiempos de cambio, es verdad de agua tibia, frase hecha o realidad; lo cierto es que los tiempos actuales no son nada buenos para la difusión del arte y la cultura; es una época de disolvencias de todo tipo y en todos los campos por lo que un tema que ha saltado a la discusión de políticas públicas de cultura es el de la escultura urbana. La nueva generación de dirigentes, desconocedores en la mayoría de los casos en historia y tradiciones; conversos de la sociedad de la trasparencia y presos de la eficacia y resultados, toman decisiones que atañen a la inmediatez y a intereses de todo tipo menos intereses estéticos. Consultores y amantes de las redes sociales y lo inmediato actúan en automático y como si fueran propietarios. En los últimos años los ayuntamientos de Guadalajara y Zapopan han impulsado programas de arte público, esto es esculturas que se disponen en espacios públicos; su deficiente actuar en sus obligaciones respecto a la acción cultural, tratan de paliarla con programas de escultura pública, en el caso de Guadalajara costeado totalmente por el gobierno municipal y en Zapopan por empresarios de uno de los municipios más ricos del país; las decisiones de cuales esculturas serán colocadas, las toman “iluminados” nombrados directamente por la autoridad, ¿que esperaban en un país donde la educación artística básica es nula en los programas educativos?, la solución es la “aristocracia de Mérito” para ilustrar al ciudadano analfabeta estético desde su punto de vista, no obstante que este ciudadano inculto haya identificado una mazorca de maíz como elemento de sus trayectorias urbanas. En este contexto una funcionaria X, manda mover y trasladar (y en el proceso destruir) la escultura “El origen del maíz” de Lizett Aguilar que en 1992 ganó un concurso de escultura urbana para ese espacio; si observamos las fotografía del proceso (Un buen reportaje del tema es el de Ivan Serrano publicado en Ciudad Olinka), vemos como la artista prácticamente construye la raíz de la escultura, esta enorme mazorca que por años resultó un referente de muchos transeúntes no solo de esa zona del área metropolitana; símbolo de Zapopan que llegó a obtener el primer lugar nacional en producción maicera , valles sacrificados por la especulación inmobiliaria y del que solo quedaba este monumento colosal. ¿quién manda en el espacio público de Guadalajara y Zapopan? ¿Quién agrede con tal ignorancia y desparpajo la creación artística? ¿Qué conocimiento permite que un funcionario municipal intervenga en un tema de interés público? Estos atracos no solo se circunscriben al área metropolitana y la decisión de autoridades; en la Nueva Mahaony, conocida como Puerto Vallarta, además del síndrome del malecón, (colocar esculturas en este espacio) que aqueja a otros puertos del pacifico como Mazatlán y La Paz; hay también ignorancia en el conocimiento de los espacios y de las esculturas, en este caso de parte de la universidad y los artistas; así un armatoste afea y estorba en la playa de las palmas, lo más peligroso es un poliedro hecho de acero inoxidable que tiene sus aristas sin lijar, tanto en el interior como sus caras externas por lo que se conoce como “la esfera filosa”, no obstante que su nombre es Dimensión 5 , está colocado a unos metros de la entrada principal del estadio municipal, por lo que representa un peligro latente para los deportistas y demás asistentes a este Centro deportivo; en varias ocasiones el escultor Francisco San Miguel ha señalado la deficiencia y el peligro que representa con los bordes filosos, sin que la autoridad se haya ocupado de resolverlo. El Arte público “un enigma, una provocación, o en sí mismo, una reflexión sobre la vida en general o sobre la vida en la ciudad”.
Atracos a la escultura urbana
- Técnica mixta
-
-
Arturo Camacho
Ciudad de México /