La vida de la soprano Anna Bishop (1810-1884), puede ser un guion de cine; casada con el compositor inglés Henry Bishop, de quien tomó el nombre; a los ocho años de su matrimonio se relacionó sentimentalmente con su concertista, el famoso arpista francés Robert Nicholas Boscha (1789-1856) y al ser descubiertos se vieron obligados a huir. Antes de llegar a Italia realizó una gira de 360 conciertos por toda Europa; en 1843 se instaló en Nápoles y “Madama Ana Bishop desempeñó durante veinte y siete meses consecutivos la plaza de prima-donna assoluta di cartelo del teatro Real de San Carlos”. En el verano de 1844, llegó la ansiada consagración en Roma representando Sonámbula y Lucia de Lammermor. Durante esta estancia “Anna tuvo el alto honor de cantar en el Vaticano en un aposento contiguo a la habitación de S. S. un himno sagrado de Jomelli.”
En 1847 se embarcó a Nueva York y comenzó su magna empresa de difundir la ópera por América para terminar en 1856 en Australia con la muerte de Boscha, circunstancia que no interrumpió su carrera, siguió a sud América, China, Filipinas y la India, su última gira la realizó entre 1872-1874, finalmente se instaló en Nueva York en donde murió en 1884.
En 1849 la soprano y el famoso arpista pasaron en la ciudad una temporada de tres meses, se instalaron en una casona en la orilla del entonces centro de Guadalajara. La visita de la diva a la ciudad fue todo un acontecimiento, “cuando estudiaba en su sala, las calles se llenaban de gentes frente a su palacio, muchas de las cuales trepaban por la reja de las ventanas para lograr mirarla, mientras algunas viejecitas se arrodillaban como si se pasmaran por la voz de alguna creatura supra natural extensión, volumen, timbre, pureza de entonación y flexibilidad.”
En Guadalajara dio cinco conciertos en los que interpretó la romanza “Com´e bello de Lucrezia Borgia, Cavatina de Donizetti y el segundo día dio la sorpresa con la gran escena de Casta Diva de Norma. La soprano sfogato se ganó la simpatía del público al interpretar vestida con traje de tapatía, una tonada popular por entonces conocida como “la pasadita”, una canción que le había dado resultado en el teatro nacional de México, vestida de china poblana.
A la inestabilidad política por la que pasaba el país, se añadió la amenaza del cólera morbo. En Jalisco, los primeros casos aparecieron en Lagos a fines de abril de 1850 y en la segunda semana de mayo se registró la primera defunción en Guadalajara; el gobernador Joaquín Angulo dio la orden que se cerraran todos los teatros, tabernas y otros lugares públicos, y aun las reuniones sociales quedaron prohibidas; hasta la reunión de más de tres personas fue prohibida. Se decretó que la fruta de todas clases, excepto limones, los pescados y la carne de cerdo fueran destruidas inmediatamente. El gobernador fue personalmente a pedirle a Anna que abandonara la ciudad y se fuera directamente a México y que no se detuvieran en ninguna parte, dado que el camino estaba infectado. Por las medidas tomadas esta aparición del cólera no fue tan intensa como la de 1833, no obstante, duró hasta octubre. La Diva y el músico cortaron su temporada y salieron a México y de ahí a Sur América a continuar su labor de difusión de la ópera.