Política

Rubio

Marco Rubio, Secretario de Estado de los Estados Unidos, visitó México. Los objetivos se supieron siempre: avanzar la agenda de seguridad regional y de migración, que son las dos prioridades del Presidente Trump frente a nuestro país.

De origen cubanoamericano, Marco Rubio construyó su carrera política dentro del Partido Republicano con un fuerte énfasis en la política exterior hacia América Latina. Hijo de inmigrantes, creció en un ambiente marcado por la visión anticastrista, lo que ha definido gran parte de su postura frente a los gobiernos de izquierda en la región. Su voz ha sido una de las más firmes en contra de regímenes como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hacia México, su visión ha sido más compleja: si bien comparte la línea dura de exigir mayor cooperación en materia de seguridad y migración, también ha mostrado simpatía hacia nuestro país, reconociendo su relevancia estratégica para Estados Unidos.

Por lo anterior, ya de entrada, Rubio no es un aliado pero, siendo sinceros, tampoco ha sido tan feroz como se esperaba. Dos han sido los factores que lo han llevado a moderar su postura frente a nuestro país. Primero, independientemente de que detesta a los gobiernos de izquierda, como el nuestro, Rubio es afín a México y conoce y reconoce su peso regional y globa. En segundo lugar, Rubio ha tenido que asumir su papel como diplomático, en el que, independientemente de sus convicciones personales o las posturas institucionales de su gobierno, él está obligado a ser la primera y última instancia de comunicación y sensatez frente al mundo.

Al final, la visita de Marco Rubio fue altamente positiva. Ciertamente vino a exigir, pero no a imponer. Del lado del gobierno mexicano, eso estaba ya previsto, así que también hicieron su parte: aceptaron lo que tenían que aceptar, sin sumisión. El llamado “Programa de cooperación sobre seguridad fronteriza y aplicación de la ley“, que es lo que se acordó, establece las bases actuales y futuras de la colaboración entre ambos países y, como se mencionó por parte de distintos funcionarios, está basado en cuatro ejes: reciprocidad, respeto a la soberanía e integridad territorial, responsabilidad compartida y diferenciada, y confianza mutua. Los tres primeros ejes son relativamente fáciles de normar en papel. El último, la confianza, es lo que más dañado está y es algo que se deberá construir todos los días, a partir de hoy.

Ante un presidente estadounidense agresivo, ocurrente e imprudente, la labor de asegurar que esa confianza se pueda construir gradualmente será precisamente de nuestro distinguido visitante de esta semana: Marco Rubio. Plegarias para que la logre con éxito. Es el ferviente deseo binacional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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