Política

Honduras

Al cierre de esta columna, la elección presidencial de Honduras no está aún decidida. Y, sin embargo, su incertidumbre trasciende por mucho las fronteras de ese pequeño país centroamericano, porque dichos comicios se han convertido en el mejor ejemplo de la batalla ideológica que hoy se libra en América Latina: una disputa que no sólo enfrenta proyectos políticos nacionales, sino visiones distintas sobre el orden continental.

Por un lado, Estados Unidos, encabezado personalmente por el presidente Trump, ha decidido lanzar, sin decirlo abiertamente, una especie de nuevo Destino Manifiesto; una doctrina que pretende reafirmar que en el continente americano la única ideología válida es la estadounidense. Por el otro, el llamado progresismo latinoamericano, una amalgama que va desde la centroizquierda pragmática de México y Brasil, pasando por el socialismo cubano y el populismo venezolano, intenta construir un bloque de contención frente al expansionismo ideológico de Washington. Así, lo que debería ser un ejercicio soberano de autodeterminación hondureña, se ha transformado en el teatro de operaciones de esta pugna hemisférica.

La intervención estadounidense fue abierta. Un par de días antes de la elección, Trump hizo proselitismo explícito por Nasry Asfura, del Partido Nacional, y advirtió que, si ganaban el centrista Salvador Nasralla o la izquierdista Rixi Moncada, Estados Unidos voltearía la espalda a Honduras.

Para empeorar esta situación, a pesar de que la jornada electoral del 30 de noviembre transcurrió con tranquilidad, el reporte de resultados ha sido un desastre. El conteo rápido falló repetidamente y, cuando por fin alcanzó el 57%, se detuvo en seco. Silencio absoluto del Consejo Electoral hondureño. Para entonces, Asfura, el candidato de Trump, encabezaba la votación. Durante dos días no se supo nada: en lenguaje latinoamericano, “se cayó el sistema”. Cuando el 2 de diciembre se reanudó el conteo, la tendencia había cambiado mágicamente: con 70% de actas computadas, Nasralla aparecía a la cabeza. Trump explotó en ira, denunció fraude y advirtió que, si se consumaba, “estallaría el infierno”, insinuando incluso una intervención.

Nada de esto es desconocido. Es, más bien, la reedición de la política estadounidense del siglo XIX: América para los americanos, entendiendo por “americanos” a los Estados Unidos. Con portaaviones estacionados en el Caribe y con la determinación de terminar con gobiernos de izquierda no alineados, Honduras es indudablemente un nuevo episodio (otro es Venezuela) de lo que será una larga, violenta e incierta disputa ideológica por nuestro continente. Y esta es la alerta regional de tu Sala de Consejo semanal.


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Arnulfo Valdivia Machuca
  • Arnulfo Valdivia Machuca
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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