En días recientes, la expectativa sobre lo que será el nuevo gobierno del Estado de México, encabezado por la Maestra Delfina Gómez, ha generado un sinfín de declaraciones por parte de sus allegados. Un problema recurrente que detecto en esas entrevistas es la profunda inmersión en los métodos de cómo se implementarán estrategias de cambio, sin abordar en lo absoluto lo que se quiere lograr con esos cambios. Este es un fenómeno común y peligroso cuando se ve el cambio como objetivo y no como medio: se enamoran de la solución antes que del problema.
Uri Levine, cofundador de la plataforma vial “Waze”, de hecho escribió un libro que lleva ese nombre: “Enamórate del problema, no de la solución”. Es imprescindible entender que, en cualquier organización, enamorarse de las soluciones antes que de los problemas conduce al fracaso. El amor, en el caso de las entrevistas que he leído, es con “el cambio”, que es un proceso y no un problema. Desde esa óptica, “cambiar” es lo principal y atender las necesidades y retos que enfrenta la población se vuelve irrelevante, cuando debería ser al revés.
Mi principal mentora en programas de incubación de empresa repite con frecuencia una metáfora maravillosa que ilustra este fallo: “Muchos están obsesionados con desarrollar un láser para matar una mosca, cuando un matamoscas resolvería el problema”. La obsesión por la solución del láser es ineficiente, porque olvida que el problema es matar a la mosca. Del mismo modo, el cambio como estrategia es ineficiente si se olvida que el objetivo de un gobierno es resolver problemas.
Regresando a la futura administración estatal: es admirable su intención de practicar la austeridad, la reorganización administrativa, y cancelar centros de gasto excesivo. Pero surge una pregunta sencilla y fundamental: ¿y las funciones? El objetivo de cualquier reorganización administrativa no es la reorganización en sí, sino realizar las mismas funciones de una manera más eficiente y eficaz. Recortar por recortar es un error clásico de quien se enamora de su solución y olvida el problema; es el camino más corto y seguro hacia la ineficacia. Uri Levine, en su libro, también dice: “Comete tus errores rápido, para que puedas resolverlos.” Esperemos que esta forma de ver el cambio sea ese error temprano que se pueda resolver.
Hoy el ejemplo es con el gobierno, pero preocupantemente esto también sucede en el sector privado. En la búsqueda de soluciones, se olvidan los problemas, generando todo tipo de innovaciones que después a nadie ayudan y nadie quiere. Por eso, en la vida como en la empresa, resuelve necesidades antes de inventar remedios. Ante cualquier desafío, entiende el problema a resolver, para sólo entonces decidir cómo lo vas a acometer. Es el consejo procesal de tu Sala de Consejo semanal.