Los resultados de los procesos electorales y de participación ciudadana obtenidos en el mundo durante el año 2016, han ocasionado que muchos empiecen a cuestionar a los sistemas democráticos.
Entre los procesos democráticos podemos citar a Bolivia, Reino Unido, Colombia e Italia, los cuales tienen un resultado común: en todos, los ciudadanos votaron por el “NO”. Asimismo, pudimos observar procesos electorales como el de Estados Unidos, en donde el ganador en realidad obtuvo menos votos, y el de Austria, en el que un candidato de ultra derecha obtuvo el triunfo en la primera vuelta, pero perdió en la segunda.
El primer resultado más sorpresivo fue el referéndum celebrado en el Reino Unido para decidir la permanencia o salida de este país de la Unión Europea. Este proceso se popularizó con el nombre de “Brexit” por la abreviatura de las palabras Britain y exit.
La pregunta del referéndum en el Reino Unido fue: ¿Debe el Reino Unido seguir siendo un miembro de la Unión Europea, o debe abandonar la Unión Europea?, las posibles respuestas fueron dos 1) permanecer; 2) salir.
El resultado fue inesperado, el 51.9% votó; por la salida, mientras que el 49.1% votó por la permanencia, la diferencia de votos fue de poco más de 1 millón 200 mil votos, diferencia mínima, pero significativa; la participación fue alta con el 72%.
Después de la Unión Europea, el turno tocó a Latinoamérica, en donde se llevó a cabo el Plebiscito sobre los acuerdos de paz, el cual serviría para aprobar los acuerdos entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia mejor conocidas como las FARC.
El plebiscito era considerado para muchos como un instrumento para legitimar una decisión ya tomada, un acto democrático mediante el cual se iba a poner fin a un conflicto armado de más de medio siglo; sin embargo nuevamente, para sorpresa de todos, los colombianos salieron a las urnas a votar por el “NO”, el cual obtuvo el triunfo con el 50.21% de la votación, frente al 49.78% que marcó su boleta con un “SI”.
A diferencia del Reino Unido, en donde se tuvo una alta participación, en Colombia únicamente asistieron a las urnas el 37% de los ciudadanos, y la diferencia de votos entre el “SI” y el “NO” fue de poco menos de 54 mil votos; en total hubo más de 21 millones de colombianos que no salieron a votar.
Reino Unido y Colombia fueron los casos más sonados, sin embargo tuvimos otros tantos procesos de participación ciudadana, como lo fue la negativa del pueblo boliviano por reformar su Constitución y permitir que Evo Morales pudiera presentarse como candidato presidencial en el año 2019; el “NO” obtuvo 51.31% de la votación. La participación fue muy alta, con un 84.45%.
En Italia, el 4 de diciembre se presentó un referéndum constitucional, en el que el triunfo fue para el “NO”; mediante este referéndum se pretendía disminuir el número de Senadores, crear una nueva ley electoral y suprimir las provincias. La participación fue del 68.48%, y la diferencia entre el “SI” y el “NO” fue de casi diez puntos porcentuales.
En el ámbito electoral, el resultado que a todos nos causó sorpresa fue el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos de América, en donde el candidato ganador obtuvo 2 millones 500 mil votos menos que la candidata perdedora.
Es decir, la candidata Hillary Clinton obtuvo una mayoría de votos significativa, sin embargo, el sistema electoral ocasionó que el triunfador fuera el candidato del partido Republicano por asegurar la mayoría de los votos de los integrantes del Colegio Electoral.
Austria puso a la Unión Europea a temblar ante la posibilidad de acceso al poder de un candidato de ultra derecha (para muchos el regreso de los Nazis). Norbert Hofer ganó la primera vuelta con 35% de los votos, frente al 21.3% de Alexander Van der Bellen; sin embargo en la segunda vuelta este último obtuvo el triunfo con el 53.8% de la votación. La participación fue del 68.5%.
Para muchos, los sucesos anteriores podrían considerarse como una derrota de la democracia. Sin embargo, desde mi punto de vista sería injusto afirmar que el triunfo de aquello que nos conviene o con lo que nos sentimos identificados ideológicamente es un triunfo de la democracia y aquello que nos perjudica o que consideramos contrario a nuestro pensamiento es una derrota a la democracia.
En el Reino Unido puede hablarse de un triunfo de la democracia al haberse logrado un porcentaje de participación del 72%, sin embargo, probablemente la derrota es para los jóvenes, quienes no consideraron importante ser partícipes de esta decisión, y optaron por no salir a votar.
En Colombia, la derrota a la democracia no sería consecuencia del triunfo del “NO”, la derrota consiste en la poca participación que se obtuvo, ya que únicamente el 37% de los colombianos salieron a votar, es decir, de 34 millones 899 mil votos posibles, únicamente 13 millones salieron a ejercer su derecho.
En Bolivia e Italia, los ciudadanos salieron a votar por el “NO”. Triunfó la democracia porque hubo una votación del 84.4% y del 68.48% respectivamente, sin embargo, para los partidarios de Evo Morales y Matteo Renzi, el resultado fue negativo.
Estados Unidos tampoco puede ser considerado como un fracaso de la democracia; en sus elecciones hubo una participación de más de 131 millones de estadounidenses, debates y campañas electorales. Si acaso podría hablarse de un fracaso del sistema electoral, en donde su propio diseño puede ocasionar distorsiones, y como consecuencia el candidato con mayor número de votos no necesariamente sea el candidato ganador.
A diferencia de Estados Unidos, en Austria el sistema electoral perjudicó al candidato de ultra derecha, quién en una primera vuelta había obtenido casi 600 mil votos más que el candidato liberal, en el caso austriaco nadie dijo nada acerca del sistema electoral.
En todos los procesos electorales la democracia logró su objetivo, que fue el de materializar a través del voto la voluntad de la mayoría, y si las mayorías de un país votaron en contra de lo que queríamos la mayoría del mundo, no por eso podemos considerar que la democracia ha fracasado.
El fracaso fue de los jóvenes en el Reino Unido, de la apatía de los colombianos en su plebiscito y del sistema electoral en Estados Unidos.
El aprendizaje para México y el mundo es que los jóvenes deben interesarse por los asuntos de su país, los ciudadanos deben salir a ejercer su voto, y los sistemas electorales deben adecuarse al contexto en el que se vive. Pero insisto: no le echemos la culpa a la democracia.