Las exitosas presentaciones de Shakira movieron la conversación de los poblanos estos días; prueba de ello son las redes sociales atiborradas de toda clase de posteos en torno a su presencia.
Lo anterior nos deja lecciones que van más allá de lo que pudiera verse como un simple espectáculo. La primera, y quizá más importante, es que el Estadio Cuauhtémoc puede ser epicentro de eventos de primer nivel. Verlo lleno, con 60 mil almas vibrando en las dos fechas, nos recuerda su potencial, contraste evidente con la desilusión que generan otros espectáculos. La gente tiene la voluntad de ir, siempre y cuando se ofrezca algo que valga la pena.
La segunda es que estamos a la altura de cualquier gran ciudad para albergar producciones de talla internacional. La infraestructura que trajo Shakira, con más de 30 tráileres de equipo, es muestra clara de que nuestra ciudad puede manejar logísticas complejas. El público, a su vez, se comportó a la altura.
Cabe destacar que el concierto sirvió como punto de unión social. En las gradas, gente de diferentes corrientes ideologías y estratos sociales se unieron en un solo coro y es que el poder de la música para generar espacios de convivencia y alegría, mitiga la polarización.
No se puede ignorar el impacto económico. De acuerdo con un comunicado emitido por Sony, con información de la consultora Mabrian, se estima que la derrama que esta gira dejará en México será superior a los 106 millones de dólares; cifra que subraya un área de oportunidad para el turismo de conciertos en el estado, dejando ingresos significativos en hoteles, restaurantes y comercios locales; pero también para conductores de plataforma, taxistas y hasta puestos de antojitos y suvenires. Los Shakidólares, valen.
Este éxito puede posicionar a nuestra ciudad como destino atractivo para este tipo de eventos, captando miles de visitantes y fortaleciendo la economía local.
Sin embargo, no todo fue perfecto. La logística urbana mostró sus deficiencias. A pesar de los operativos el caos vehicular fue innegable. La falta de una estrategia de movilidad provocó que muchos tardaran horas en llegar o salir, y la promesa de estacionamiento gratuito se vio opacada por presuntos actos de corrupción, con policías cobrando para aparcarse. Estas situaciones demuestran que, sin importar quién gobierne, la falta de una planeación sigue siendo un punto débil.
Pese a los desafíos, el concierto fue un éxito rotundo. Aprendimos que hay potencial, gente e infraestructura para brillar en el escenario global. Y si bien, hay que mejorar, lo sucedido en el Cuauhtémoc nos debe plantear nuevos retos.