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El título es lo de menos: ¿en dónde estamos?

México ganó la Revelations Cup en León al imponerse 1-0 a una Nigeria sin Oshoala, empatar 1-1 con Costa Rica (pudiendo haber ganado con lo hecho en el primer tiempo) y empatar 1-1 contra Colombia (mereciendo perder por no haberle marcado a las cafetaleras dos penales a favor claros en el segundo tiempo). Por tener la misma diferencia de goles, y goles anotados, el criterio de desempate se fue a Fair Play. No es culpa del Tri per se que las primeras tarjetas amarillas a Colombia fueran muy baratas, ni las omisiones en su área por parte de la silbante. Sólo si es importante ver el triunfo sin tanta euforia que nos nuble, tanto a nivel selecciones como en medios y afición.

De entrada, ahí estamos, en ese nivel, en la tablita. Esa tablita en la que puedes brincar y calificar o brincar y quedar fuera del mundial. Un nivel en el que malas marcaciones, más que el funcionamiento propio te pudo determinar ganar o no esta copa amistosa. Porque al final, no se logra ganar ni contra Costa Rica, ni contra Colombia. Mientras que a Nigeria se le gana sólo por la mínima, y sin contar con su mejor jugadora en los últimos años.

Ahora, sin solapar el no calificar el mundial, no comparto el argumento de: hay tantos países de CONCACAF que pasaron, que México debió. Arrastrando el prejuicio histórico varonil subestimamos a la zona de una forma que es tan dolorosa, que a veces no me explico por qué no hemos cambiado ese chip en particular. Después del torneo W (premundial) y de este en el que justo, se ve que estamos ahí muy similares a rivales de Centroamérica, pero sin ser evidentemente superiores, creo que deberíamos contextualizar mejor a México en una de las confederaciones más difíciles del futbol femenil. En una zona en la que justo por esa dificultad no tienes la misma “presión” que de alguna forma le queremos meter a la varonil. Una presión que, dado que no pasamos al quinto partido, me parece también infundada. Aunque la historia y el mote de “gigantes de la CONCACAF” lo arrastremos hasta el desgaste y estancamiento, también visible vis a vis EEUU y Canadá ahora.

Por eso honestamente, el título de la Revelations Cup si bien lo podemos “querer,” es lo de menos. Y por cómo se dio no lo celebraría ni tanto, pero si lo usaría para evaluar y ver qué podríamos mejorar. Dado que esta selección no juega en Australia-Nueva Zelanda 2023, me parece que ninguna tendría que sentirse segura, y qué bueno que hubo rotaciones.

Es más, yendo más allá de rotar jugadoras en posiciones y en la convocatoria, quizá habría que arriesgarse a bajar la edad promedio del grupo. De las que estuvieron iniciando, 5 o 6 que pueden ser la columna vertebral van a llegar con 32 o más años al mundial de 2027. Ciertamente, en la femenil tienden a ser más longevas. Formiga por ejemplo, tiene 7 copas del mundo y la última copa la jugó con 41 años.

Pero a nivel juventud top es donde quizá nos estamos quedando cortas. Lo que es la colombiana Linda Caicedo para su selección mayor y categorías inferiores a sus 18 años recién cumplidos (hoy), no lo tenemos. Por otro lado, Haití calificó con doblete de Melchie Dumornay, quien tiene sólo 19 años. Por eso, más allá de poner el foco en el título inmediato, si lo contextualizamos, quizá la llamada de atención no es sobre selección per se. Sino sobre la liga, o lo que sea que incida en la formación, captación, y rendimiento del talento joven nacional.

Ana Paola López
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Ana Paola López
  • Ana Paola López
  • yrigoyen@gmail.com
  • Ex futbolista en Pumas, Pachuca y Cruz Azul. Politóloga. Entrenadora por la ENDIT. Podcaster y conferencista desde 2017.
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